Una larga lucha por su reconocimiento y un accionar tesonero para imponer el respeto que merece la entidad cívica que representa a la orureñidad, es la culminación de un trabajo emprendido por el actual directorio del Comité Cívico de Oruro, que concretó el caro anhelo de tener una sede propia.
Conseguir un inmueble para unir a los representantes de todos los estamentos sociales de nuestra capital, gremios, sectores, organizaciones y entidades localistas, es una tarea de titanes, más todavía si existen los críticos de plazuela que observan, rechazan y hasta condenan a los líderes que consiguen objetivos concretos para preservar la institucionalidad, antes que el culto a la personalidad.
La rica y dilatada historia de la entidad supra cívica está por encima o más allá de los límites del departamento para convertirse en la mayor representación ciudadana y defensora de los intereses regionales; es pues el estamento que agrupa a las fuerzas vivas, colectivas y populares de la ciudadanía orureña.
Es la decana institución que se constituye en la única organización de representación, articulación, coordinación y convergencia de los distintos sectores sociales, cívicos, laborales, empresariales, profesionales, gremiales, sectoriales, autotransporte, originarios y servicios, al servicio del bien común sin fines de lucro, para actuar como el “control social” por excelencia de la sociedad orureña.
Habrá que retrotraerse a los primeros años de la institución líder cívica regional cuando un grupo de destacados intelectuales, hombres defensores de su Patria Chica y luchadores por hacer prevalecer sus ideales, fundaron a principios de la década de los cincuenta, el denominado Comité de Defensa de los Intereses de Oruro que después de dos décadas se transformó en el conocido y hasta hoy vigente Comité Cívico de Oruro.
Esos valerosos orureños, agradecidos por haber nacido en este terruño y otros que fueron acogidos, soportaron los embates de las dictaduras militares reinantes en aquella época, siendo detenidos, perseguidos, desterrados y hasta humillados por hacer prevalecer el nombre de Oruro frente al autoritarismo, el despotismo y la imposición de la fuerza antes que la razón. Se asociaron fundamentalmente para defender proyectos destinados a concretar una salida libre y soberana a las costas del Pacífico, para impulsar el proyecto vial Oruro-Pisiga, el emplazamiento del primer corredor bioceánico, la construcción de un puerto seco, tener una zona franca y lograr que Oruro sea la primera ciudad del país, con una economía fuerte y sostenible.
Así la entidad supra cívica cumple su misión y su accionar principal se basa en lo cívico, representativo y patriótico constituyéndose en la máxima prenda de garantía para defender la vida democrática y participativa de todos los orureños, llegando a constituir el foro de la orureñidad, donde todos, absolutamente todos los orureños deben decidir el futuro con su directa participación en la toma de decisiones para ejecutar proyectos de los gobiernos departamentales y municipales, nacionales e internacionales que beneficien al desarrollo sostenido y sustentable de Oruro.
Ahora el Comité Cívico de Oruro a través de sus directivos tiene la obligación de asumir defensa del Estado de Derecho y la institucionalidad democrática, así como vigilar el cumplimiento de una adecuada gestión pública en la exploración, explotación, comercialización, preservación y conservación de los recursos naturales en beneficio directo de la región y el país, para impulsar la complementación económica y la integración social de los diversos sectores del departamento, entre otras grandes funciones que define el accionar de su institucionalidad y de su vigencia plena a nivel departamental.
Debemos celebrar que quedaron en el pasado las actitudes de división, de interés personal y hasta el intervencionismo que practicaron algunos malos ciudadanos que prevalidos de la fuerza, crearon organizaciones paralelas, para lograr beneficios político partidistas engañando a los dirigentes políticos que ahora reconocen la plena institucionalidad de la escuela más antigua del civismo departamental.
No hay que desagarrase las vestiduras por tener una sede que provenga de una dotación, donación o asignación gubernamental, puesto que varios sectores ya recibieron ese beneficio a nivel nacional y regional, siendo además ese apoyo producto del esfuerzo y sacrificio de todos los bolivianos que contribuimos con el pago de nuestros impuestos, nuestro trabajo y dedicación en la construcción de la Patria Grande desde la sencillez de la Patria Chica.
Al final ninguno puede criticar que la urgente necesidad de contar con una sede propia para el Comité Cívico era una prolongada agonía de un peregrinar y deambular por distintos sitios prestados y por oficinas estatales, que llega a su fin para mantener total independencia en el accionar cívico, lejos de las presiones que suponía no poder ingresar o salir de una dependencia fiscal.
El inmueble entregado por el gobierno del Estado Plurinacional de Bolivia, no significa otra cosa que devolver a Oruro algo de lo mucho que aporta para sostener la economía nacional que en otra época sirvió incluso para sembrar el petróleo en el Oriente boliviano que ahora cosecha sus frutos y debe también aportar al crecimiento y desarrollo de otras regiones del país.
Ojalá nadie olvide el viejo adagio popular que dice que “no importa el color del gato si al fin caza ratones”, puesto que no habrá que observar la entrega del inmueble si fue una adquisición legal con una inversión de 260 mil dólares estadounidenses, hecha pública, por la transferencia de la casona que antes perteneció a una ONG y ahora está en dominio del Comité Cívico de Oruro y se constituye en la sede del “Poder de tus Brazos Oruro”, parafraseando nuestro himno departamental, escudo y vigía permanente de la orureñidad.
(*) Periodista
lapalabraencarnada@bolivia.com
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