No es de asnos tropezar dos veces en la misma piedra
01 oct 2014
Por: Carlos Decker Molina
El pasado 27 de marzo, la Asamblea General de la ONU aprobó una resolución sobre Ucrania en la que solicita a los Estados (no se menciona a Rusia) que se abstengan de adoptar medidas que impliquen la interrupción parcial o total de la unidad nacional y de la integridad territorial de ese país, incluido cualquier intento de modificación de sus límites fronterizos.
El texto fue aprobado por 100 votos a favor, 11 en contra y 58 abstenciones, mientras que 24 Estados no participaron en la votación.
Estos números nos señalan el retorno a la lógica de la bipolaridad que supone el regreso de unos peligros supuestamente superados. No cabe duda de que el equilibrio global fue roto.
Sin embargo hay factores nuevos que no son los mismos que conformaron los bloques de la bipolaridad o, mejor, de la Guerra Fría.
Por mucho que se quieran ver vestigios marxistas-leninistas en la Rusia de Putin y en la China de Xi Jinping, estos países han abierto la puerta al capitalismo de estado y al modo liberal de hacer negocios. Son dos países que no son ni socialistas ni comunistas. La palabra comunismo no figura en léxico de Putin. Los chinos sí, siguen mencionando la palabra para referirse a la vigencia del partido y nada más. Si hay planificación es para permitir el ingreso de grandes capitales de cualquier parte del mundo.
La vigencia del partido único en China es lo único leninista, que sin embargo vota cada 10 años, a contra pelo del maoísmo, para renovar la cúpula del partido.
En Rusia rige una democracia autoritaria, controlada por Putin y consensuada a través del prebendalismo con la aristocracia política de la Duma, incluido el partido comunista.
En esas condiciones políticas y económicas ni Rusia ni China son oponentes ideológicos de las otras potencias occidentales como pueden ser EE.UU. y Europa; es más, hay una complementación que se ve y se siente cuando las sanciones contra Rusia se tornan en boomerang para las economías europeas.
Hoy el problema global no es la supremacía del sistema socialista sobre el capitalista o al revés. La contradicción principal tiene nombre cambiado. El alineamiento que se observó en la ONU responde a otra variable que no es la ideológica. El alineamiento de ciertos países de América Latina con Rusia es sumamente contradictorio y peligroso, responde a un antiimperialismo de viejo cuño y apoya el apoderamiento territorial ruso que sería como apoyar la pérdida del Litoral boliviano por razones ideológicas.
En otro campo de la política internacional, las protestas o revueltas árabes son vistas por algunos países con los lentes de la guerra fría. Se prefiere defender a los Gadafi, Mubarak o Asad, viejos aliados de la URSS y por antonomasia de la vieja izquierda latinoamericana porque fueron, en un momento concreto de la historia, anti imperialistas.
Esta nueva bipolaridad equivocada puede llevar a errores graves y en algunos casos risibles como por ejemplo la protesta contra los bombardeos estadounidenses a objetivos terroristas de ISIS. Por oponerse al imperialismo, se aparece apoyando a los trogloditas yihadistas que degüellan, amputan y violan a niñas menores de edad.
Por otro lado, ha sido también un fracaso la torpe intervención estadounidense en Irak así como lo es el empecinamiento de Netanyahu en Israel de cara a Cisjordania y la Franja de Gaza.
Quizá Obama tiene razón al decir que los problemas internos de Irak deben ser resueltos por los propios iraquíes, “EE.UU. no va a ser ningún gendarme”. O, la actitud de conformar una alianza débil con países árabes para combatir a los terroristas de ISIS. Una forma elegante de informar que la era del Superman mundial llegó a su término.
Ni Adam Smith ni Karl Marx pudieron prever la realidad que nos toca vivir. El futuro de la humanidad requiere enfoques nuevos. Son necesarias nuevas formas de pensar. Hay un pensamiento que debiera quedar fuera de juego y es el de la bipolaridad.
No es de asnos tropezar dos veces en la misma piedra.
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