Si hay una motivación política especial en el actual proceso electoral que vive el país, sin lugar a dudas es el deseo de los candidatos de alcanzar el objetivo de gobernabilidad, ese es el deseo pero la realidad es otra y lo saben los candidatos que están trabajando intensamente para alcanzar otro objetivo, el de lograr algunos curules en la Asamblea Legislativa para equilibrar el manejo de las leyes, su elaboración, consideración, análisis, debate y su aprobación, lo que no siempre sucede cuando prevalece el dominio de los dos tercios.
Actualmente se habla de una contienda electoral para reafirmar la democracia representativa es decir permitir que “legítimos representantes del pueblo”, por generalizar el asunto, estén de candidatos y con opción a conducir los destinos del país y sus habitantes. El hecho es que “el soberano”, como también se define al conjunto social a la población civil nacional, elegirá con su voto a esos “delegados populares” para que desde arriba, en la escala de mando, vayan ocupando los puestos claves en la administración del gobierno nacional.
Pero por el mismo procedimiento del voto será estructurada también la Asamblea Legislativa, en la que senadores y diputados ocuparán los ansiados curules en función a las cifras que arroje el resultado final de la elección de nuestros gobernantes, con la variante de que a más votos de los partidos, más candidatos de esas agrupaciones pueden llegar a las Cámaras, sin necesidad de ser parte de la maquinaría estatal pero con alguna posibilidad de injerencia si el número ronda por los 2/3.
Los dos tercios en todo caso sirven para la aprobación de leyes y una serie de documentos afines a esos instrumentos que deben servir como normativas para la ejecución de proyectos, de planes de servicio, de control y eficiencia en la administración pública, en fin para normar las actividades de la colectividad y para que la misma se beneficie de proyectos que consoliden el desarrollo sostenible que asegure bienestar, con libertad y justicia.
Es complicada esa responsabilidad si por efecto de la decisión ciudadana con su voto se rompe la mayoría política oficialista y se quiebra la hegemonía de los 2/3, lo que abre la posibilidad de una práctica de mayor participación en democracia para que las leyes sean resultado de un consenso de representantes y no producto de una mayoría de manos levantadas.
Pero los analistas políticos también observan la otra cara de la moneda partidaria y es que si no hay 2/3 consolidados en el Legislativo, la aprobación de leyes puede demorarse indefinidamente, en tanto un sector opositor así lo determine, quien sabe sólo por observaciones informales y carentes de sentido práctico, postergando el interés común y la lógica expectativa ciudadana.
Por esas circunstancias es sumamente importante que el electorado aquilate seriamente las propuestas de los políticos, pero además que se interiorice de la calidad profesional, humana y moral de los candidatos a parlamentarios para que el voto democrático sea producto de una buena información cualitativa y responsablemente emitida como parte de un proceso para transparentar las ofertas y dejar en manos del ciudadano una elección responsable y ya no meramente emotiva o dirigida.
Como se puede apreciar, resulta importante la configuración representativa en la Asamblea Legislativa, para que esos dos tercios que buscan los políticos sirvan para fortalecer la democracia y obtener un beneficio colectivo.
Fuente: LA PATRIA
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