Domingo 28 de septiembre de 2014
ver hoy
La fruta estaba hecha
para que la gustáramos,
para olerla y gozar su lozanía.
Pero nosotros no podíamos comprarla.
El sol estaba hecho
para amar nuestra piel,
estremecer la vida de todo nuestro cuerpo.
Pero a nuestra guarida el sol no entraba.
El pan de cada día, en fin, estaba hecho
para hablarnos todas las mañanas
de campos fecundados.
Pero nosotros
solo comíamos mendrugos duros y agrios.
También había música y otras cosas dulces,
pero habitaban en el aire alto,
y nosotros sólo captábamos sus ecos.
Nos debatíamos en la cueva obscura
en el cuartucho húmedo
donde la única verdad es la miseria.
Entonces, no aprendimos
el himno de alabanza,
y la sonrisa en nuestros labios
era una flor enferma.
Dicen que Dios hizo a los hombres iguales
y semejantes a El en armonía y belleza.
¿Cómo es, entonces, que ahora
formemos este vértice inmundo
del que huyen todas las miradas
y contra el que se vuelven
bruscamente las espaldas?
- Hablo por boca del hombre que se arrastra
por húmedos rincones