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Domingo 28 de septiembre de 2014

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Revista Dominical

Rememorando al crítico literario Monseñor Juan Quirós García

28 sep 2014

Por: Marlene Durán Zuleta

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Monseñor Juan Quirós García, nació el 29 de agosto de 1914, en la ciudad de Cochabamba. Estudió la primaria en Oruro. Fue Director de la separata “Presencia Literaria”, autor de “Índice de la Poesía Boliviana Contemporánea”, “La raíz y las hojas”, y las “Cien mejores poesías bolivianas”. Fundador de la revista de cultura “Signo”. El año 1956 publicó el No. 1 como “Una revista boliviana de cultura” hasta el No. 10 en 1968, creándose un espacio hasta 1984, dieciséis años de silencio.

Se había traslado al país de Chile para cumplir otras funciones, en su ausencia nadie se responsabilizó y quedó en suspenso, precisamente a su retorno, se reconformó el Comité Editorial para solidificar estas reminiscencias de gran altura. El año 1984 marcó un tiempo de trascendencia. Recurrieron a Editorial Don Bosco, precisamente con un “Proyecto Cultural”, padre Julián Bellomo accedió a este trato y de mutuo acuerdo emprendieron la tarea. Los cuadernos de cultura “Signo” se publicaron hasta el No. 35 bajo la dirección de Monseñor Quirós el año 1992, antes de su deceso.

Posteriormente un Consejo de redacción asumió esta responsabilidad, bajo la dirección del académico don Carlos Coello y Signo salió a la luz hasta el número doble de 65-66 nueva época, registrado en los años 2003-2004. Editadas en: Naira Wara, G.H. Sagitario, Imprenta Atenea, Arellano, Ah! Publicidad.

El cuerpo editor de Signo en la edición doble 32-33 el año 1991, hace un homenaje a Monseñor Juan Quirós, y lo dividen en capítulos, brevemente resaltaré algunos títulos: El Signo de Quirós, Sobre Juan Quirós y su Obra, Juan Quirós de frente y de perfil, Resonancias del camino de Juan Quirós, Algunas entrevistas con Juan Quirós, Crónicas literarias en torno a libros de Juan Quirós, Juan Quirós motivo de una pieza de teatro, La obra de Juan Quirós, Resonancias de camino de Juan Quirós, Distinciones: Gran Premio Nacional de Cultura, Premio Fundación Vicente Ballivián. El Cóndor de los Andes, Monseñor Juan Quirós: Miembro de la Real Academia de la Lengua Española, de la Academia Norteamericana de la Lengua Española. Miembro de la Academia de la Lengua de Chile. Medalla de Oro de la Academia Colombiana de Letras y Filosofía para Quirós. Condecoración Andrés Bello de Venezuela, El Cóndor de los Andes para Juan Quirós.

Sobre el crítico de arte, Juan Siles Guevara exaltó su labor intelectual. Cuatrocientas páginas honraron la trayectoria de Monseñor Juan Quirós García.

Fue Director de la Academia de la Lengua durante dieciséis años, veinticinco años como Director de las páginas de “Presencia Literaria”. Su corazón era templo para recibir y describir a Jesús, fue ejemplo de amistad, humildad y buen humor.

Conocí a este ilustre personaje cuando formamos la “Sociedad de Poetas y Escritores de Oruro”, presidida por el vate Carlos Condarco Santillán, solíamos reunirnos una vez al mes allá por 1977. Ese año aprovechamos del viaje de Monseñor Quirós a nuestra ciudad, acentuamos lazos de amistad, que la comunicación avivara nuestro idioma, el verbo y el estilo cervantino.

Esa ocasión fue magnífica para escuchar su pensamiento y con el ojo crítico bajo su dirección, nuestros trabajos literarios llegaron a ser editados en la Separata Dominical de “Presencia Literaria”, durante muchos años, lo que fortaleció nuestros primeros trazos.

Don Alfredo Calderón Ulloa (X el soñador), en otrora colaborador del diario LA PATRIA, y la Sra. Mercedes Rodríguez Hinojosa primos de Monseñor Quirós, junto a sus hijos Guadalupe, Alfredo, Raquel y Luis disfrutaban de la visita de tan ilustre personaje. Guadalupe(†) tenía hondo sentimiento por el tío preferido. Freddy rememora al pariente que solía llegar para la nochebuena y disfrutar del calor de hogar, quien admiraba el cielo límpido de este nuestro espacio, Luis tiene la sensación que el allegado a quien le demostraba su afecto, está vivo en otra distancia. Las tertulias de su papá, tío y su hermana Lupita sostenidas en largas veladas hasta el amanecer, son parte del regalo que Dios puede dar a la familia, ascendientes cercanos y queridos.

Monseñor Quirós, publicó el libro de poemas “Ruta del Alba”, en julio de 1947 en Santiago de Chile. Hay sonetos encendidos, rica prosa y acentuado dolor en la presentación de su obra: Este canto lo dedico a vuestra memoria, oh padres de mi alma, que fuisteis lumbre de mis pupilas y llama de mi corazón en el itinerario de mi afán viajero con ruta hacia el lejano país del alba.

“DOLOR

Dejadme a solas en mi soledad

con mi dolor, con mi gran dolor,

con mi dolor inmenso, inmensurable,

con mi infinito dolor.

¿Para qué pretendéis deshacerme

de las congojas de mi dolor?

por Dios, no me quitéis las torturas

que me da el dolor, mi dolor.

Todo yo soy un quebranto,

todo yo soy un dolor.

el trágico Job me prestó sus angustias

y toda la montaña de su dolor.

En vano pugnáis por quitarme

la gracia y la desgracia de mi dolor.

vano es vuestro intento de destruir el signo

indescifrable de mi dolor.

Dejadme a solas en mi soledad

dialogando con mi dolor.

Por Dios, llevaos todos los bálsamos,

por piedad, no matéis mi dolor.

Que quiero convertirme y ser siempre

dolor, dolor, dolor”.

En 1984 viajé al Cuzco-Perú, junto a Hugo Molina Viaña (†), Jaime Choque, Sissy Torrico y María Cristina Botelho Mauri (hija del escritor Raúl Botelho), a un encuentro de poetas. En un gesto de amistad, Monseñor Quirós escribió una misiva a un colega suyo de apellido Aparicio, para que me colaborara en lo que fuera necesario.

A partir del año 1985, acepté ser Distribuidora y Representante en Oruro de los Cuadernos Bolivianos de Cultura “Signo” y de la Revista Historia y Cultura de la Academia Boliviana de Historia, ambas con el apoyo del Proyecto Cultural de Editorial don Bosco.

“Signo” solía publicarse en números sueltos, edición doble y en alguna ocasión triple, en un solo volumen.

Monseñor Quirós, dirigía el cenáculo de intelectuales, “Prisma” y Signo fueron parte de los valores que dejó, huella indeleble en el quehacer literario nacional. Tenía carisma, inconfundible con su cabellera blanca, su voz ronca y su rostro afable. Su crítica invariable, exigente y consecuente con sus principios, lo catalogaron como “Ulíses”.

En lo místico, seguidor del Maestro, leal con los valores y con sentido acendrado de devoción, se hundió en las huellas de Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz, con manifestaciones de recogimiento cotidiano. Cumplió su misión en la tierra, sirvió al prójimo a través de la palabra, selló la oración con el sueño dulce para ir al encuentro del Creador.

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