Después de muchos años en que se desconcentró la actividad turística y su control del nivel superior ministerial y se le asignó una subsecretaría y en otro tiempo hasta un viceministerio como sucede hasta el presente, aunque con una acertada gestión de la Ministra de Culturas que logró recuperar para su cartera el control de tan importante actividad que puede convertirse en una de las fuentes que genere mayores ingresos financieros para el país.
El turismo visto desde la óptica más próxima como la “industria sin chimeneas”, es la actividad más fuerte en varios países que viven de esos ingresos y cuya economía prospera a ritmo acelerado en base a estrategias de tipo nacional que involucran a Gobierno y comunidad, con fines y objetivos definidos.
En el caso boliviano las Prefecturas crearon las divisiones de turismo y por supuesto tales reparticiones trabajaron con sentido político y no precisamente con visión de estructurar programas a través de los cuales se venda el maravilloso producto turístico que tiene cada región.
Los planes de orden nacional han priorizado casi siempre los atractivos de La Paz, a no negarlo el Titicaca se convierte en gran atractivo, junto a las ruinas de Tiahuanacu, o las cálidas tierras de los Yungas. Potosí y Sucre tienen otros atractivos de interés para turistas especiales, mientras que el valle y el oriente muestran sus bellezas paisajísticas, cautivando a miles de visitantes.
En el altiplano está enclavada la ciudad de Oruro, su principal atractivo es el Carnaval declarado como Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad, pero su efecto es sólo temporal. Aparte, sin embargo, hay una serie de sitios de interés para todo tipo de turistas, estudiosos, investigadores, aventureros o simplemente los que gustan del deleite de admirar la belleza natural. El Nevado Sajama, las aguas termales, la perdida ciudad de la Atlántida, las minas tradicionales, el Salar de Coipasa y otros valores de orden cultural, artístico, tradicional y folklórico hacen de Oruro la Capital del Folklore de Bolivia, para turistas entendidos suficiente aliciente para visitarla.
Lo que siempre se ha reclamado es que la promoción turística de Bolivia pueda ser global, de intensidad similar para cada distrito, pero que además se permita a cada región encarar sus propias campañas, respetando quien sabe una normativa general de ética y respeto comunitario.
En ese orden de cosas satisface plenamente que el turismo haya recuperado un sitial especial en el nivel ministerial pues lo ideal será que en adelante, como sucedía anteriormente, sea parte indisoluble de una cartera ministerial que involucre “culturas y turismo”. Por lo menos creemos que ese es el interés del Gobierno para abrir una nueva vertiente de divisas y miles de fuentes de empleo directo e indirecto en todo el territorio.
Para agilitar el trabajo exclusivamente turístico, su evaluación, la programación y promoción y vender el producto se necesitará de una Dirección Nacional y las correspondientes Direcciones Departamentales de Turismo, única forma de articular y dinamizar un verdadero proyecto turístico boliviano que responda a los intereses regionales y que tenga el necesario respaldo gubernamental.
Fuente: LA PATRIA
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