En las últimas semanas se percibe una elevación de precios en los artículos de primera necesidad que se venden en los mercados de la ciudad, efecto que también tiene su parte crítica en los almacenes de abarrotes y después el hecho sigue en la cadena de provisión hasta las tiendas de barrio, sin que exista un adecuado control por parte de las autoridades, especialmente las del municipio, bajo cuyo control están los negocios que venden alimentos.
Las amas de casa, unas que diariamente hacen compras, otras que se surten semanalmente denuncian que se produce variación de precios de manera sistematizada en todo el comercio de mercados y si bien la elevación oscila entre 0,50 a 1.00 boliviano, el hecho es que sumado el sobreprecio al final de las compras, suma entre 15 a 20 bolivianos, lo que altera realmente el valor de la canasta familiar.
Aunque no hay justificativo real para esa elevación, los comerciantes de verdura o de hortalizas, así como de algunos abarrotes atribuyen el hecho a nuevos precios que aplican los mayoristas o un incremento en costo de transporte, de modo que esos productos puestos en los sitios de venta tienen otros costos en cuestión de muy pocos días.
Como sigue vigente la medida aplicada desde años, con el famoso D.S. 21060, el tema de la libre oferta y demanda prevalece en la cadena de comercio, pues si se les ocurre subir precios a los mayoristas, lo hacen sin ningún problema. Lo propio ocurre en el transporte, que tampoco necesita ninguna autorización para elevar sus tarifas de tal suerte que el comprador final, que es el ciudadano común, está obligado a pagar las caprichosas diferencias que establecen los comerciantes de una cadena comercial y arbitraria.
Es uno solo el artículo de consumo prioritario y masivo que no eleva su precio, el pan de cada día, empero los panificadores tienen en sus manos la manera de amasar ganancias, disminuyendo el peso de cada unidad de pan de batalla que legalmente debería ser de 0,65 gramos pero que con suerte llega a los 0,50 gramos. Otra práctica es la elaboración de “pan especial” cuyo costo es mayor al oficial y se vende como producto de mejor presentación y sabor.
En los almacenes o tiendas de abarrotes, la venta de alimentos de primera necesidad tiene una elevación de centavos en cada libra vendida, aunque la demanda regular del cliente es una compra por kilo. En esos negocios, hay práctica de doble infracción, mayor precio y menor peso.
En fin…las cosas están dadas de ese modo, el costo de la canasta familiar ya no tiene precio establecido, pues con el monto que se compra determinada cantidad de productos esta semana ya no se puede adquirir lo mismo en los próximos días.
Las amas de casa, que son las administradoras de los fondos familiares y de manera especial de aquellos destinados a la compra de alimentos de primera necesidad, aseguran que la elevación es constante, centavo a centavo, pero en todos los productos, el asunto funciona por consigna. Las carnes, vacuna, pollo, cerdo y llama, como las verduras, la fruta, tubérculos, aceite y cereales, están fuera de control.
Las autoridades deberían asumir medidas de estricto control para evitar el perjuicio que sufre la ciudadanía en general, pues se trata de una disimulada ola especulativa, incontrolable por la sutileza en que la administran los comerciantes. Disimulado mayor precio, pero abierta rebaja de peso.
Fuente: LA PATRIA
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