Una fecha con una triple celebración, la llegada de la primavera, el día de la juventud y en ese ambiente, el Día del Estudiante, un reconocimiento a la niñez y la juventud estudiosa, a los niños, en las aulas de la escuela, el colegio y la universidad, con etapas especiales para concretar la formación intelectual, moral y profesional del ser humano.
Todo comienza en el hogar, en el seno de la familia, la escuela original, inicial, la base de los conocimientos que se irán perfeccionando en el transcurrir del tiempo y en el paso de cada ser, avanzando en su capacitación para convertirse en persona al servicio del bien común y la sociedad.
La etapa de preparación práctica comienza en el ciclo inicial de los establecimientos educativos, con programas diseñados para los más pequeños, los niños en crecimiento y los jóvenes al llegar al bachillerato, para luego completar su capacitación profesional en la universidad, todos son estudiantes, aunque por una serie de factores sociales, no todos tienen la suerte de pasar y cumplir los requisitos de una formación tradicional.
Hay quienes se han formado en la “universidad de la vida”, a través de grandes sacrificios recogiendo y practicando múltiples experiencias, niños y adolecentes convertidos en adultos y con enormes responsabilidades para enfrentar los retos de la vida en su más dura realidad, para unos o en su mejor opción de cumplir sueños para otros.
Lo cierto es que la vida es una escuela permanente, todos de uno u otro modo seguimos siendo estudiantes, todos continuamos aprendiendo y enseñando, por lo mismo ese detalle es interesante porque siempre podemos sentirnos estudiantes y lo somos en diferente gradación de las necesidades de aprender, desde el hogar, la escuela y el colegio, la universidad si se dan condiciones, pero además leyendo, investigando, recibiendo consejos y enseñanzas de la experiencia de los padres, de los maestros, de la vida y el tiempo.
No hay mejor cosa que sembrar semillas de esperanza, de fuerza, de voluntad, de bienestar y solidaridad, que dan frutos de amor, de unidad, de convicción y de seguridad para enfrentar el diario vivir.
En ese contexto lo importante es mantener un espíritu joven, primaveral para sentirnos siempre estudiantes, es decir aprendiendo sin tregua, con entereza para seguir avanzando.
Esos propósitos empero no pueden llegar a las metas soñadas si no se establecen las condiciones propicias para conformar primero, hogares sólidos, con dignidad social, eso quiere decir con salarios justos que permitan criar y luego garantizar la educación de los retoños. Es también responsabilidad de todo gobierno asegurar una educación formadora, realista y justa, en igualdad de condiciones para todos los estudiantes. Es más, facilitar el acceso de los jóvenes a las aulas universitarias, pero definiendo políticas especiales de capacitación que sirvan a la preparación de profesionales al servicio de los planes del desarrollo adecuados a las perspectivas de cada departamento, para tener la garantía de un beneficio directo en el buen uso de los recursos naturales para beneficio colectivo.
Estudiar es todo un proceso de afanes, de perspectivas, de ilusiones también de dificultades y frustraciones, educar es responsabilidad colectiva y compartida, de ahí que celebrar el Día del Estudiante debe ser la oportunidad para renovar los buenos propósitos de brindar mejores condiciones a nuestros estudiantes, sin dejar nuestro objetivo común de seguir aprendiendo para vivir con dignidad, en libertad y justicia.
Fuente: LA PATRIA
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