Miercoles 17 de septiembre de 2014
ver hoy
Si de verdad creyésemos en Dios y no sólo hablásemos de que creemos, seríamos conscientes de que Dios nos regaló a nosotros, sus hijos humanos, un maravilloso zafiro, la Tierra, para que reconozcamos en todos los detalles Su amor y Su regir sagrado, en la consciencia de que no sólo somos herederos de esta maravillosa Tierra, con todo lo que vive sobre y dentro de ella, sino que también somos herederos del hogar eterno, que es infinitamente más hermoso que el zafiro, la Tierra con sus plantas, animales, árboles, el aire, los mares y los astros.
Pues sin todo esto no sería posible la vida del hombre. Si nos diéramos cuenta de que más allá de nuestra muerte física una luz mucho más grande nos guía hacia la luz eterna, hacia la fuente absoluta de la existencia eterna, Cristo en nuestra alma, no sólo hablaríamos de que creemos en Dios, sino que también haríamos lo que Dios quiere.
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