Warning: inet_pton(): Unrecognized address in /home/lapatri2/public_html/wp-content/plugins/wordfence/vendor/wordfence/wf-waf/src/lib/utils.php on line 28

Warning: session_start(): Cannot start session when headers already sent in /home/lapatri2/public_html/impresa/index.php on line 8
La adversidad en la novelística de Alcides Arguedas vívida y vigente - Periódico La Patria (Oruro - Bolivia)
Loading...
Invitado


Domingo 14 de septiembre de 2014

Portada Principal
Domingo 14 de septiembre de 2014
ver hoy
Agonía del Quijote
Pág 2 
Tautología
Pág 2 
El bicho
Pág 2 
Desde mi rincón - Lo que en un comienzo tantos soñaban / presentaban como una ‘primavera árabe’ hace ya tiempo que ha ido perdiendo por el camino sus oropeles: guerras, caos, ingobernabilidad, ascenso de unos cada vez más radicales desbordando a otros menos radicales. Desde Libia hasta Irán, pasando por Egipto, Palestina, Yemen, Líbano, Siria, Paquistán e Iraq; o incluso Sudán y otros países del África negra o del Asia (Indonesia). La perplejidad de los gobernantes es abrumadora; o más bien desesperadora por su falta de realismo. En el propio Levante, donde las papas queman, subsisten, sin embargo, voces honestas; y basadas en la larga experiencia de sus vidas. Es el caso del P. Boulad, jesuita egipcio, una vida entera vivida en convivencia con el Islam. Ya en 2011 expresó unas convicciones que arrasan con lo ‘políticamente correcto’ en Europa; la lección que se desprende de sus palabras resulta devastadora para los políticos occidentales; pero todavía más para los ‘pensadores’ que son los verdaderos responsables de la deriva sin rumbo de la política. El texto que traduzco parece datar de febrero de 2011 y haber sido emitido en Radio Vaticana (alguien dirá que ese ‘púlpito’ condicionó su tono: si acaso, el autor lo sabrá y él lo podrá decir). Ha sido suscrito conjuntamente por el P. Boulad y el periodista y analista político Soliman Chafik. En su versión original francesa el texto ha sido difundido por el Servicio Nacional para las Relaciones con el Islam, perteneciente a la Conferencia Episcopal Francesa. Puede verse en la red en: apic/RFI – DICI n° 231 de 5.3.11). Quiero dejar claro que la difusión del texto que sigue no debe llevar a pensar que comparta también otros puntos de vista de ese jesuita: en concreto los que expresó en 2007 en una carta ‘privada’ dirigida al Papa Benedicto XVI, expresión quintaesenciada del más radical y destructor radicalismo católico; de lo que para mi consumo suelo etiquetar de un ‘viejo verde’. TAMBOR VARGAS
Egipto: “Europa, ¡cuídate de no perder tu alma!”
Pág 3 
El mundo iluminado
Abrir una ventana
Pág 4 
Sufrimiento en Juan pablo II
Pág 5 
Entre el texto y el extrañamiento
Pág 6 
“Una mirada crítica sobre el indianismo y la descolonización” de Hugo Celso Felipe Mansilla
Pág 8 
La piedra, la circularidad de la vida y el placer de construir juntos
Pág 9 
Gary Daher
Pág 10 
Jorge Ordenes Lavadenz
La adversidad en la novelística de Alcides Arguedas vívida y vigente
Pág 11 
EL MÚSICO QUE LLEVAMOS DENTRO - Responsable: Gabriel Salinas Padilla
Cartografías de la música boliviana II
Pág 12 
Cultural El Duende

Jorge Ordenes Lavadenz

La adversidad en la novelística de Alcides Arguedas vívida y vigente

14 sep 2014

La narrativa del pensador boliviano Alcides Arguedas Díaz viene a ser un llamado al orden y a la legalidad, sobre todo con respecto al Artículo 7 de la Constitución Política del Estado -que, entre otras cosas, estipula el derecho a una remuneración justa por el trabajo realizado. Las novelas de Arguedas son también un pedido simbólico a los bolivianos a dejar de jugar a tener un país, y un postulado doloroso de edificación de Bolivia lanzado desde un positivismo social crítico en boga en América durante las primeras décadas del siglo veinte.

¿Fotos en alta resolución?, cámbiate a Premium...

Décima y última parte

El sentimiento de inferioridad convertido en timidez en Villarino, denota temor, miedo de que la respuesta de Sara sea negativa. Arguedas destaca la timidez para condenar la ausencia de manifestaciones represivas que contrarresten esa cortedad. El resultado es el pesimismo constante, y luego el derrotismo. O sea que en tanto los sentimientos represivos –como la reflexión, la cautela, el recato– escaseen, el caos síquico resulta en el desasosiego espiritual y luego en el desajuste moral. La caída es inevitable: Villarino “viajó consumiendo sus energías y abriéndose paso a fuerza de malgastar caudales. ¡Viajó llevando en el pecho el cadáver de una pasión que se pudría!” (87)

La falta de carácter de Villarino hace que Sara opte por otras amistades, que no siempre resultan las mejores. En concreto: Arguedas opta porque Sara y Alejandro se desintegren moralmente: “y esos dos seres que... podían haber sido dichosos... hallábanse vencidos, caídos para siempre en ese fango donde se arrastran los que ya no acarician una ilusión” (88)

Ante el cúmulo de adversidad, cuya razón primera se arraiga en el sentimiento de inferioridad, el humano busca el desahogo. En el caso de Villarino, el desahogo se manifiesta caótica mente ya que, en vez de buscar un entendimiento sentimental, solo consigue insultar a Sara en un momento en que las cosas hubieran podido arreglarse: “y luego el fango que se arroja a mi corazón, luego tú, meretriz, siendo de otro... ¡te he odiado como a nadie en el mundo!.. ¡Ah! Sra., convulsa, loca, aterrada, con el cabello suelto, cayó de rodillas a sus plantas”. (89) Villarino luego aparece agotado, repugnando la vida, enloquecido de dolor, avergonzado, “corrido por el murmullo de burla que, en su redor, se iba produciendo, buscó la soledad de un rincón.”(90)

El escapismo de Villarino lo conduce a Europa, y después a la batalla de Pisagua, donde perece heroica mente desde el punto de vista bélico, más no tan heroica mente si observamos su vida enfrascada en un derrotismo irreversible. Arguedas hace que sus personajes vivan duras pruebas. Los conduce desde la timidez hasta el aislamiento, la soledad como último reducto sicológico: “La soledad es el fondo último de la condición humana”.(91) “En un individuo, un desarrollo neurótico proviene, en definitiva del sentimiento de aislamiento, de hostilidad, de miedo y de una disminución de la confianza en sí mismo.”(92) “¡Es triste esta incomprensión, este desconocimiento entre seres humanos, sobre todo entre los que debiéramos conocernos! Es difícil salir de nuestro interior. Nos lo impide el orgullo o la timidez, o el ignorar las palabras que conducen a la comprensión, o el haber revestido nuestra intimidad con un muro de piedra”.(93)

Queda pues comprobado que los personajes estudiados, a manera de ilustración, sufren de neurosis. Sus sentimientos de inferioridad son profundos. Hay situaciones en que el elemento compensador se da a través de la acción heroica. Pues bien, la ausencia de una vida más o menos normal, donde las compensaciones o satisfacciones existan, hace que el cúmulo de sinsabores produzca esa acción heroica como forma de contrarrestar, ipso facto, la adversidad contenida. Lo vimos cuando el Alejandro Villarino toma parte descollante en la revolución que depone al dictador Mariano Melgarejo; y cuando, presa de la desesperación, luego de la muerte de Sara, se incorpora en las filas castrenses bolivianas en camino a defender el puerto de Pisagua. Pero se incorpora en tales filas no solamente por la muerte de Sara, sino que también para desahogarse, ipso facto, de la angustia acumulada en años de desgaste sicológico:

Villarino es odiado, es maldecido por todos, el Cristo de una Calvario sangrientísimo, estaba allí, con dos balazos en el cuerpo, infundiendo valor a sus compañeros para defender a esa patria que le había hecho padecer tanto; estaba allí olvidado de sus rencores, de los ultrajes que le habían inferido, dispuesto a ser el primero de la recua, a aumentar el número de los héroes sin nombre.(94)

Conclusiones

La naturaleza hostil y la vitalidad del hombre sirven de medio para expresar el desaforo de la situación en que desvive su país. La descripción realista-naturalista del medio campestre, con abundante aporte preciosista, contextualiza el propósito crítico. La principal preocupación del autor es el hombre y su actitud ante los otros hombres que hacen Bolivia. Expone y critica los procederes de esos hombres con todo el vigor de su talento.

Arguedas estudia la estructura social de la ciudad de La Paz, sus tradiciones y costumbres. Plantea críticamente el hecho del carnaval y sus consecuencias adversas, sobre todo en lo que refiere al nefasto acto del general Hilarión Daza, de diferir la defensa del Litoral en razón del carnaval. La opinión de otros críticos destaca la importancia y, hoy por hoy, la vigencia de la crítica de Arguedas.

Teniendo en cuenta el amor que Arguedas expresa por su Bolivia a lo largo de toda su obra, el trato que hace del indio es tajante. Lo ataca por su conformismo, y lo defiende del flagelo del no indio siguiendo una tradición que se remonta a los trabajos de Bartolomé de Las Casas, y otros. Otro tanto hacen en sus respectivas novelas el peruano Ciro Alegría y el ecuatoriano Jorge Icaza. El indio es víctima de su propia historia y de su fatalismo ya que su entrega es casi total.

El apelativo cholo tiene poco o nada que ver con la etnología, ya que Arguedas otorga al cholo la capacidad y habilidad de desplazarse socialmente a la categoría de no cholo. Ser o no ser cholo tiene que ver con actos y actitudes de bolivianos. Cuando se busca insultar se recurre al apelativo cholo. Así, el hacendado Pantoja de Raza de bronce es cholo por que abusa del indio. El cholo es por lo general ignorante, envidioso y fracasado. El indio y el resto del país pagan las consecuencias por esa presencia de barbarie en América. El indio puede ser cholo o no cholo, aceptada la perspectiva ética del análisis.

La sicología india se debate entre sentimientos de: autoderrota; marginalización de sus creencias religiosas; injusticia en manos del “cristiano”; pérdida de sus líderes; humillación ante el hecho de la violación de sus mujeres; nepantilismo o desvarío ante el hecho de que la india prefiere tener hijos mestizos; ser testigo de su propia inacción; que los no-indios sean los líderes de las luchas de emancipación; que los no-indios hiciesen la revolución de independencia; lucha y muere por la causa de la libertad sin jamás llegar a ser dirigentes; observar que después de 1825 la injusticia continúa igual que durante el período colonial; lo malo del consumo de alcohol y de coca; que su sobrevivencia depende de la docilidad al servicio del no indio. Por todo esto, reconozcamos que, hoy por hoy, lo que más socava sicológicamente al indio es su propia amargura, su historia y la forma fatalista en que la interpreta. Luego está el abuso ilegal y anticonstitucional que ha venido sufriendo y, en muchos sentidos, sigue sufriendo en manos del no-indio.

Los principales personajes arguedianos se caracterizan por los sentimientos de inseguridad y de inferioridad y, a menudo, el deseo de superarlos con la acción inmediata. La perseverancia o desahogo metódico de las energías vitales que deberían conducir al esfuerzo edificante se ven limitadas por el deseo de satisfacción inmediata. Al no cristalizar este deseo, que puede ser de índole amatoria, el individuo se convierte en víctima de su propia incapacidad. El resultado es la neurosis que a menudo conduce a la desesperación y al suicidio, como en el caso de Alejandro Villarino en Pisagua. Todo en un despliegue de adversidad sin lindes.

87. Pisagua, OC 1, p. 61.

88. Pisagua, p. 64.

89. Pisagua, p. 70.

90. Pisagua, p. 54.

91. Octavio Paz, El laberinto de la soledad (México: Fondo de Cultura Económica, 1964), p. 161.

92. Carl Jung, “Neurosis y sociedad”, en Picón, op. cit., p. 145.

93. Manuel Gálvez, Hombres en soledad (Buenos Aires: Lozada, S.A., 1957), p. 90.

94. Pisagua, p. 80.

FIN

Para tus amigos: