Víctimas colombianas exigen cese el fuego y celeridad en proceso de paz
12 sep 2014
Fuente: La Habana, 10 (EFE)
Por: Sara Gómez Armas
El segundo grupo de víctimas que participa en los diálogos de paz por Colombia exigió a las partes un “cese el fuego bilateral urgente” para que las discusiones se desarrollen en un clima sin hostilidad, además de imprimir “celeridad” al proceso para evitar más víctimas.
“Queremos que el proceso de paz tome celeridad porque cuánto más tiempo pase más víctimas tendremos”, resaltó en rueda de prensa Reinel Barbosa, un joven de 28 años víctima de desplazamiento y con una discapacidad por una mina antipersona en la región de Meta, afectada por el fuego cruzado de diversos grupos armados.
Las víctimas agradecieron en el clima de “respeto” y “voluntad de escucha” que percibieron por parte de los integrantes de la mesa de La Habana, ya que “sólo escuchando y respetando a las víctimas se puede construir la verdad, camino para la paz”. “En mi caso las FARC reconocieron que sus acciones causaron mucho dolor y manifestaron su disposición a que no se repitan más sucesos lamentables e inhumanos”, señaló Consuelo González, ex-congresista secuestrada por la guerrilla justo hace trece años.
González, rehén de las FARC durante casi siete años, se refirió a la polémica sobre el “inconveniente” escrito de una guerrillera en el que negaba la condición de víctima de la actual congresista Clara Rojas, con la que compartió cautiverio durante un tiempo.
“Quienes estuvimos con ella, tenemos claro que Clara vivió igual que todos la tragedia, la crueldad y el horror del secuestro”, dijo. En esta nueva comitiva de afectados por el conflicto tuvieron especial representación las 25.000 víctimas de desaparición forzada y las 27.000 secuestro, dos de los hechos victimizantes que arrojan cifras más escandalosas.
Sobre el drama de los desaparecidos, personas que se dan por muertas pero cuyos cuerpos no aparecen, Gloria Luz Gómez , presidenta de la Asociación de familiares detenidos desaparecidos (Asfaddes) reclamó que la justicia deberá no sólo buscar a estas personas y depurar responsabilidades, sino “garantizar la no repetición”.
“Hay que reparar el daño, el impacto emocional de ese horror. No hablemos de cifras, sino de las historias que hay detrás”, subrayó Gómez, hermana de un líder estudiantes torturado y desaparecido en 1983 por agentes del Estado.
Teresita Gaviria, madre de un desaparecido por paramilitares en Medellín en 1998, indicó que se va “contenta” y “satisfecha” con el compromiso de las partes de aportar todos los datos disponibles para poder indagar sobre esos crímenes.
También hubo lugar para las víctimas de desplazamiento, que afecta a 5,7 millones de personas en el país, con especial incidencia en las comunidades indígenas y afro, como es el caso de Esaú Lemus, afodescendiente del Chocó, que exigió “garantías” en el acceso la justicia de estas comunidades respetando sus “sistemas de gobierno propios y reglamentos internos”. El gobernador indígena del pueblo awá, Gabriel Bisbicuis, resaltó que, si no se pone fin al conflicto, 34 pueblos indígenas están en riesgo de desaparición “física y cultural”, ya que seguirán “señalados” por sus formas de vida y gobierno.
“Soñamos con una Colombia de hermandad, sin señalamientos (...) Queremos contribuir a una paz duradera que nos permita morir de viejos”, indicó.
De las doce víctimas de este segundo grupo, nueve son mujeres ya que éstas han pagado “el precio más alto” de un conflicto que en más de cinco décadas de violencia se ha llevado por delante a más de 6,5 afectados, precisó el coordinador residente de la ONU en Colombia, Fabrizio Hochschild.
Las mujeres representan más de la mitad de los afectados por desplazamiento forzoso, además de ser en muchos casos víctimas de violencia sexual, delito que se encuentra infrarepresentado en las estadísticas ya que muchas no se atreven a denunciar.
“Por no hablar de la cantidad de madres que han padecido el asesinato o desaparición de sus hijos”, destacó el coordinador de la ONU, que se ocupa junto con el Centro de Pensamiento y la Conferencia Episcopal de seleccionar de manera equilibrada a las víctimas que acuden a La Habana.
Hochschild hizo hincapié en la “generosidad” y “dignidad” de estas víctimas, que en lugar de “apuntar con el dedo” piensan en cómo puede contribuir a la paz sin rencor. “Su actitud da esperanzas para una Colombia no condenada la polarización, división y estigmatización, sino que ese espíritu de humanidad puede prevalecer y la paz puede llegar”, resaltó.
Fuente: La Habana, 10 (EFE)
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