Por supuesto que la referencia tiene que ver con el transporte público de pasajeros, a nivel interdepartamental, pero también en el sector urbano, con graves y molestosos perjuicios para los usuarios.
Por haber mencionado primero el servicio interdepartamental, el problema se inicia en la Terminal de Buses donde se origina el viaje casi siempre con muchos minutos de retraso que se amplía en la misma cuadra de la terminal para dar tiempo a que pasajeros indisciplinados aborden el bus sin pagar el derecho de terminal. Los buses no cumplen su oferta de servicios, no tienen TV ni tampoco música, sus baños inoperables, vidrios que no se cierran y otros que no abren, asientos sucios que no fueron aseados para un nuevo viaje, paran en poblaciones rurales, embarcan y dejan pasajeros, algunos choferes y los ayudantes excesivamente prepotentes, algunos descargan gran cantidad de mercadería en la Ceja de El Alto, ocasionando un lamentable retraso en el arribo a destino, sumado al tiempo perdido en la salida a vista y paciencia de efectivos policiales.
De todos los problemas que se registran en un viaje al interior, mencionamos los que tienen mayor incidencia cotidiana y que no son observados como corresponde por las autoridades en las terminales y menos en los puestos de control en la ruta, donde los encargados de retenes se limitan a cobrar y controlar la “hoja de ruta”, sin que un oficial consulte a pasajeros si existen o no irregularidades de servicio, lo que permitiría en su caso vía denuncia aplicar sanciones a los infractores.
En la ciudad el transporte es totalmente caótico, pese al crecido número de unidades motorizadas para transportar pasajeros, la demanda también ha crecido desproporcionalmente en algunos sectores de la ciudad, pero ni Tránsito y Alcaldía realizan un estudio adecuado para racionalizar los servicios de manera que más pasajeros sean los beneficiados.
La mayoría de líneas transita por rutas similares en el centro de la ciudad, ocasionando en “horas pico” lamentable congestionamiento vehicular con perjuicio de tiempo y la molestia de viajar apiñados en pequeños minibuses, especialmente con niños que van o regresan de centros educativos, más las amas de casa y los trabajadores que configuran un desastre de proporciones que podría evitarse si existiera mayor control de autoridad competente, pero sobre todo una mejor distribución de las rutas del servicio de transporte.
Por cualquier parte de la ciudad la demanda de transporte ha crecido y los servicios deben extenderse hacia los barrios periurbanos, lamentablemente las posiciones encontradas entre los mismos transportistas, eliminan algunas de las nuevas líneas, observándose que el problema falta de planificación técnica, apropiada ubicación de “paradas finales” y un diagrama de circulación en la ciudad por varias arterias, por las cuales no pasan minibuses o micros, porque sus dirigentes eligen las calles centrales para su circulación.
Se ha observado el crecimiento del parque automotor de taxis, algunos que se dan el lujo de rechazar pasajeros si estos se dirigen al sector central, arguyen las “trancaderas y un mayor gasto de combustible”, sin embargo las normas son claras, al señalar que los vehículos de transporte público no pueden, no deben rechazar pasajeros, salvo imponderables de magnitud que no permitan su circulación. A propósito de taxis se sugiere al sector la creación del servicio de “trufis” que no existe en la ciudad y que podría significar una innovación en ciertas rutas para mejorar la atención al público.
Fuente: LA PATRIA
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