Sábado 06 de septiembre de 2014
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El próximo 12 de octubre se elegirán diputados uninominales, el núcleo más disputado de las elecciones generales. La incorporación de esa calidad de representación fue el resultado de un largo proceso para ampliar y profundizar la democracia boliviana; en ese entonces, los partidos políticos fueron capaces de renunciar a antiguos privilegios para favorecer esta variable que acerca al congresista con su representación territorial.
En el inicio, y todavía hoy, hubo confusiones sobre el rol de un diputado uninominal, demandándole como a un representante municipal o vecinal. Por otra parte, los propios elegidos perdieron su independencia al convertirse como los multi en levanta manos sin responder las necesidades legislativas y fiscalizadoras particulares de sus electores.
En el caso de la ciudad de La Paz, la (s)elección de quienes ocuparán los cuatro curules de las circunscripciones 6, 7, 8 y 9, despierta honda preocupación por los años de atropellos que sufrió la principal ciudad del país.
Sobre todo desde las elecciones municipales de 2010, el poder central alentó a grupos de choque y del nuevo poder terrateniente a amenazar el alcance territorial, jurídico y político de la sede de gobierno. A veces, desde el corazón de la metrópoli se atentó contra las áreas verdes, como sucede con el loteamiento de los parques en Mallasa- gozo para paceños, alteños y provincianos-, actualmente cercenados por transportistas/terratenientes/falsos comunarios, sin la intervención de la fuerza pública para hacer cumplir la ley.