En el caso del Departamento de Oruro aún no han sido solucionados los problemas limítrofes que existen con los departamentos de Cochabamba, La Paz y el más conflictivo con Potosí, este último con data de muchas décadas, tantas como la propia existencia de los pueblos originarios de esa región que configura el sur de Oruro y el norte potosino.
Se han hecho mil gestiones y puede resultar poca la apreciación en función de tiempo y espacio, centenares de convenios otros tantos acuerdos, muchos más compromisos firmados por dirigentes comunitarios, autoridades militares, del Instituto Geográfico Militar (IGM), prefectos de las gestiones pasadas y visto bueno de autoridades gubernamentales, todo para dar alegre vigencia a tales intentos de pacificación que duran tanto como el entusiasmo de algunas conmemoraciones de la zona.
El problema limítrofe que persiste en la zona de Coroma (Potosí) y Rodeo (Oruro) donde se han producido algunos enfrentamientos con lamentable saldo de afectados y de acuerdo a los comunaríos de Oruro con pérdida territorial por el avasallamiento de pobladores de Coroma que han pasado de los límites tradicionales y ancestrales a posiciones de avanzada, afectando cultivos de quinua, con apropiación indebida de cosechas anteriores que no han sido devueltas pese a existir instrucciones oficiales de alto nivel gubernamental.
Si prevalece esa condición beligerante de los hermanos potosinos es urgente que autoridades políticas de ambas gobernaciones, asuman responsabilidad compartida para pacificar la zona, empezando por frenar los atropellos, la intimidación y el avance violento sobre el territorio de agricultores orureños.
Dirigentes de las poblaciones que frecuentemente soportan las arremetidas de los comunarios de Coroma, han denunciado que a través de amenazas directas se ha mencionado otros intereses relacionados con la riqueza natural que se comparte geográficamente en la región y con alguna ventaja territorial por parte de Oruro, cuyos pobladores de la zona están dispuestos a defender derechos sobre los bienes naturales que siempre han sido orureños.
Si hay un conflicto de límites, conocidos sus orígenes y establecidas las situaciones de riesgo y perjuicio que se han denunciado no se puede comprender la razón o las cuestiones que prevalecen para que desde el Ministerio de Autonomías y Límites no se disponga las medidas que están claramente definidas en la Ley de Límites para solucionar problemas entre municipios o departamentos, eliminando conflictos, pacificando a los agresores y garantizando una convivencia pacífica en todo el territorio y especialmente allí donde aparentemente están surgiendo peligrosos intereses políticos.
Se menciona la participación de los entes cívicos en ambos distritos y tal participación parecería no ser la más adecuada circunstancialmente, debido a posiciones divergentes con otras organizaciones, sean sindicales o “sociales”, vecinales o directamente políticas lo que obliga a tomar decisiones más prácticas y operativas que deben darse en el marco de las leyes vigentes, el respeto a la CPE y a las regulaciones que emerjan de un diálogo abierto entre representantes de las partes y en presencia de autoridades superiores.
No pueden dejarse las soluciones libradas a reuniones entres los pobladores de ambas regiones, el experimento ya se hizo y los resultados han sido más bien causa de mayores entredichos.
La pacificación debe ser resultado de aceptar errores, de admitir soluciones reales, reconociendo derechos y obligaciones, en estricto acatamiento de la ley y bajo un serio y definitivo compromiso de vivir en paz y solidaria armonía, eliminando mezquinos intereses que sólo fraccionan a la familia boliviana.
Fuente: LA PATRIA
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