La palabra teatro, tiene varias acepciones, entre ellas significa el escenario donde se efectúan acciones, también lugar en que una cosa está expuesta al juicio de las gentes. Así las cosas y de cara a las próximas elecciones presidenciales de octubre, se ha armado en nuestro país un teatro con características típicas de la bolivianidad, donde algunos actores juegan su papel con honestidad mediana, otros con mucha humildad y en silencio, algún otro con mucha soberbia, etc.
Pero cabe mencionar que en un teatro se representa el drama que puede presentarse en dos aspectos: la tragedia y la comedia.
No sabemos aún dónde clasificar el accionar de los candidatos y sus propuestas, las acciones que realizan tratando de ganar adeptos, la dureza con que se atacan unos a otros, los trapos sucios que ventilan a la opinión pública, etc. Algunas actitudes y declaraciones nos parecen trágicas, penosas y hasta inspiran lástima. Otras tienen el sello de la comedia y de la risueña gracia.
En definitiva parece que estamos frente a un escenario tragicómico y no frente a un escenario serio acorde a una elección presidencial.
EL PODER Y LA SOBERBIA
Uno de los candidatos cuenta con una abierta parcialidad del árbitro (léase corte o tribunal electoral). Este poder electoral hace la vista gorda ante irregularidades cometidas y su accionar es bastante lerdo a la hora de la aplicación de las normas. No obstante asombra la celeridad sumarísima con que ha detenido a un candidato opositor a senador por un simple "quítame allí esas pajas". El argumento baladí de que el susodicho candidato no cuente con un domicilio legal no puede ser razón para inhabilitarlo o apresarlo. El hombre, finalmente está pisando suelo patrio y eso es lo que debería contar, más allá de que hoy día duerma aquí y mañana más allá.
Por lo visto los tribunales, sean electorales, judiciales o militares están cortados con la misma tijera a más de ser de la misma tela. Si no recordemos a aquel dirigente cívico chaqueño que fue encarcelado sin juicio durante cinco años y recientemente soltado sin ninguna compensación ni disculpa. Recordemos al exprefecto pandino que permanece sin juicio, ¿hasta cuándo? (seguramente hasta cuando le dé la gana al ilustradísimo vicepresidente). Y no olvidemos a los tres suboficiales que permanecen inhumanamente retenidos por las "gloriosas" Fuerzas Armadas.
EL DISIMULO
En días recientes el MAS fue multado con 135.000 bolivianos. Resulta interesante y a primera vista parece que el Tribunal Electoral está obrando bien. Incluso uno de los voceros como don Hugo Moldiz, resaltaba este hecho en un diálogo radial, pero le retrucaba la opositora Revollo diciendo que ese monto es un pelo arrancado al gato.
Y esto último es cierto, pues esa suma que para algún partido opositor es fuerte no lo es para el MAS, que seguramente se ha apresurado en pagar para disimular ante el gran público que sí sabe pagar y así cumple su rol en este teatro electoral.
LA DECEPCIÓN
En el ir y venir de cosas, sale a luz un diálogo del opositor Doria Medina con ciertas amenazas y condiciones a una mujer que fue maltratada por el exesposo diputado y ahora candidato al mismo cargo.
Don Samuel se muestra muy patriarcal en el asunto y, para muchas mujeres bolivianas muestra su lado machista, que a estas alturas es inaceptable. La explicación de que la grabación data de hace un año o dos, no interesa ahora sino el contenido que pinta ya de otra manera la personalidad de Doria Medina.
Es penoso que haya sucedido esto, pero en éste teatro electoral, ningún actor está libre de culpas, errores y aciertos. Por cierto, nosotros, el gran público queremos que los actores acierten más, mucho más, antes de errar. Dios salve a la Patria.
(*) Licenciado en Comunicación Social
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