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Domingo 31 de agosto de 2014

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Revista Dominical

La odisea de ser anciano, el diario vivir de miles de hombres y mujeres

31 ago 2014

Fuente: LA PATRIA

Por: Alicia Navía Mier - Periodista

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Hace algunos días se festejó el Día del Anciano, un día en el que muchas personas se acuerdan de la existencia de este sector abandonado por la sociedad y de sus propios familiares. Este día se recuerda dando cumplimiento al Decreto Supremo 1421 del 17 de diciembre de 1948, durante la presidencia de Enrique Hertzog Garaizabal, normativa que permite que algunas personas, que superaron los 60 años y fueron abandonados, reciban en ese día un sinfín de atenciones, sin percatarse de su sufrimiento, la falta de cariño y de atención especial.

El reciente 26 de agosto, muchos ancianos y ancianas a pesar de recibir atenciones en ese día especial, también cuentan del sufrimiento que pasan al estar abandonados en asilos o en sus mismas viviendas, pues sus hijos no se preocupan de ellos y al contrario son objeto de agresión física y psicológica.

Muchos se quejan de la falta de cariño porque ningún pariente se da el tiempo para estar con ellos, algunos prefieren salir de sus domicilios para evitar ultrajes, tal el caso de doña Roberta, una persona que a pesar de su edad buscaba trabajo en casas particulares pelando papa, lavando ropa o algo que pueda hacer como escarmenar lana para la fabricación de colchones, labor que cumplía por un plato de comida, pues aseguraba que todo se debía retribuir.

Roberta era una persona humilde que a pesar de no hablar castellano lograba ganarse la buena voluntad de algunas personas, especialmente señoras que al conocerla le brindaban atención a lo que ella retribuía, pero al pasar los años fue perdiendo la vista y al llegar a una edad en la que ya no podía ni levantar una escoba para barrer, tuvo que dedicarse a pedir limosna.

A la anciana se la veía por algunas calles estirando sus manos totalmente envejecidas no solo a causa de la edad, también del duro trabajo que realizaba pues mientras pudo, no dejó de lavar ropa o platos en algunas casas, para retornar a su hogar, con dificultad, en horas de la noche, algo que su hijo desconocía, pues no le prestaba la mínima importancia.

Esta es la historia de una persona que sufrió durante toda su vida y es un ejemplo de cómo algunas personas de la tercera edad deben vivir sin que nadie haga nada por ellas, otras sufren a principio de cada mes, la agonía de ser trasladadas por sus hijos hasta las instituciones financieras para cobrar su renta dignidad de la cual no gozan pues no se dan cuenta ni de qué se trata porque ya perdieron incluso la conciencia de sus actos, pero sí son tomadas en cuenta para aprovechar lo que de alguna manera debía ayudarles para vivir dignamente.

Existen personas inescrupulosas que aprovechan de esta situación y engañan a los ancianos para quitarles este beneficio, no les interesa llevarles en vehículos, sillas de ruedas o a pie hasta la entidad bancaria donde se paga este beneficio.

Los días de pago de rentas es tormentoso ver como algunas personas que no pueden ni caminar, son arrastradas por sus hijos para cobrar su renta que no es disfrutada por ellas pues es para beneficio de sus hijos o parientes que no les brindan atención especial como deberían.

Pero a la vez se debe tomar en cuenta que obtener estos beneficios no es fácil pues muchas personas especialmente del área rural porque no pueden cumplir con los requisitos para obtener su renta dignidad.

Muchos ancianos cuentan que ya no les quieren, les pegan, les gritan y sienten que son un estorbo porque se sienten como un mueble al que no se le mira y no se le brinda cariño.

Según algunos psicólogos, esta falta de sentimiento de los hijos por los padres surge por la falta de valores porque olvidan que estos ancianos son sus progenitores, quienes en muchos casos, no se llevaron un pedazo de pan a la boca por alimentarlos cuando eran niños.

Es por todo esto que existe la necesidad de plantear una solución a estos casos para proteger en sus últimos días a nuestros abuelos y abuelas, en cuyas espaldas metafóricamente hablando, llevan historias no solo personales, también de nuestro terruño pero que no sabemos rescatar.

Muchos ancianos y ancianas tienen lecciones de vida que en muchos casos no tomamos en cuenta el común de las personas, sean niños, jóvenes u adultos pues cuando empiezan con la frase “en mis tiempos”, ya no se les hace caso.

Este hecho nos hace pensar que nos falta ponernos en su situación pues todos llegaremos a esa edad y esperemos que no nos toque pasar la odisea que pasan nuestros abuelos.

Es necesario pensar que un poco de cariño les hará olvidar de su malestar físico y emocional, pues la falta de movilidad de su cuerpo como cuando eran jóvenes hace que se decepcionen y piensen incluso en dejar de vivir.

No se puede negar que la vejez es un proceso biológico ineludible que afecta a todo ser que se presenta a lo largo de la vida, muchas veces esta se presenta de forma violenta y otras de acuerdo a la edad de cada persona.

Por esta situación instamos a las personas brindarles amor y ayudarles cuando advertimos que necesitan de nuestra colaboración, tomando en cuenta que representan un gran porcentaje de la población, quienes dieron su fortaleza trabajando en beneficio de todos los bolivianos pues en un momento dado fueron mineros, maestros, obreros o realizaron otra labor para el desarrollo y engrandecimiento de nuestro país.

Algunos gobiernos decidieron otorgarles un beneficio económico mínimo pero que no cubre muchas de sus necesidades, situación que provoca actualmente que muchos de ellos como rentistas y jubilados exijan al Gobierno mayor atención y tratamiento equitativo como con otros sectores, sin discriminación, pues ellos continúan comiendo y pagando los servicios básicos o el alquiler donde viven.

Este motivo hace que cientos de ancianos se encuentren actualmente movilizados a nivel nacional pidiendo una atención igualitaria al Gobierno para lograr el pago de un doble aguinaldo, por ejemplo, como todos los demás sectores.

Según datos de instituciones una buena cantidad de denuncias se recibe de ancianos abandonados o maltratados físicamente, hecho provocado por sus propios hijos o parientes que en muchos casos prefieren dejarlos y abandonarlos en el caso de nuestra ciudad en el asilo La Sagrada Familia que es atendido por religiosas que a pesar de los problemas económicos por los que atraviesan atienden y acogen a ancianos y ancianas desprotegidos de su entorno familiar.

Esperamos que esta reflexión sirva para que personas que no tienen la paciencia y la capacidad de atender a sus seres queridos empiecen a hacerlo para retribuir de alguna manera el apoyo y cuidado que les brindaron cuando eran niños y no solo se acuerden el Día del Anciano que se recuerda el 26 de agosto de cada año.

Fuente: LA PATRIA
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