Un fenómeno interesante resulta expuesto de manera natural en el movimiento económico nacional, cuando estudios particularizados revelan que el negocio de la informalidad, toma mayor cuerpo en algunas ciudades y hasta compite con ventaja con el sector formal en muchos negocios, especialmente en la redistribución de productos.
El sector de la actividad informal lo integran trabajadores “cuentapropistas”, núcleos familiares que impulsan pequeñas empresas, artesanos, comerciantes por especialidades, revendedores eventuales, elaboradores de alimentos, comida al paso, refresqueros y otros redistribuidores de los distribuidores mayoristas. Se trata de una cadena con miles de eslabones.
Sin formalizar su funcionamiento también funcionan informalmente pequeños talleres, pequeñas unidades comerciales con ubicación fija u otras ambulantes, entran en la zona de trabajo sin registro otros negocios que pueden ser fácilmente identificados como microempresas y que tienen hasta operarios.
Como se puede observar el negocio de la informalidad ha copado grandes espacios de actividad y se desempeña “casi silenciosamente”, posiblemente cubriendo su condición con el pago de un derecho de sitio (sentaje), pero sin incorporarse a ningún régimen tributario, por lo mismo integrando un enorme conglomerado de comerciantes que no tributan.
La fuerte condición de sostenibilidad del comercio informal, de acuerdo a varios estudios efectuados en la mayoría de las ciudades, se debe al incremento de “circulación monetaria”, es decir que hay más dinero en las calles, la gente compra más y los comerciantes informales conocen muy bien las necesidades o debilidades de la población y están prestos a solucionar esa demanda que pasa por diversidad de productos, incluyendo los alimentos, vestimenta y los de distracción o de apoyo a las faenas hogareñas.
Por otra parte se trata de un sector pasivo en materia social, no pierde tiempo en movilizaciones, salvo cuando sus intereses son afectados directamente, por lo demás no entra en el círculo de la demanda pública, no marcha, no bloquea y tampoco pide aumento de salarios, sólo que no paga impuestos y desordena las ciudades.
De acuerdo al análisis de la situación se incrementó el sistema consumista y es que la gente compra más y lo hace en las calles por la proximidad de la oferta, la que está abierta en los puestos callejeros y que satisface la demanda diariamente más creciente, por lo mismo que se trata de un círculo vicioso en el que giran los compradores en buen número y los vendedores acuciosos en la provisión de productos.
La irrupción del comercio informal es consecuencia de la falta de empleos seguros y formales, pero ha significado por lo menos en las gestiones del actual gobierno, un verdadero alivio al convertirse en un numeroso grupo social activo económicamente, con su propio capital y sin crear problemas que alteren o incomoden las tareas de la administración pública, por decirlo en función de su pasividad y adaptación al ritmo de la economía popular.
Si hay algo que le interesa al gobierno es minimizar los conflictos sociales, de manera especial en periodos como el actual de tipo electoral, que sin embargo abre dudas sobre la inclinación de este contingente, que se siente de algún modo independiente y no debe favores, ni tiene compromisos partidarios.
Crease o no, miles de comerciantes informales pueden tener en su mano el manejo de las preferencias electorales, la habilidad y una oferta de solución pragmática a su condición informal, permitiendo la vigencia del sistema pero formalizando su integración social para recibir beneficios comunes, por ejemplo el seguro de salud, puede ser alternativa en los programas políticos.
Fuente: LA PATRIA
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