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Viernes 29 de agosto de 2014

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Perspectiva Minera

ENFOQUE:

No se puede perder tiempo

29 ago 2014

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Cuando se analiza la situación vigente en el país, con desafíos impostergables para definir políticas que sirvan para afianzar el uso futuro de nuestros recursos naturales, indudablemente que deben adoptarse con urgencia políticas específicas para cuidar las dos fuentes estratégicas de la generación de divisas para el Tesoro General de la Nación (TGN), los hidrocarburos y su preferencial producto de exportación como es el gas, y en la misma proyección de llevar adelante una reactivación efectiva hay que considerar a la minería como un factor complementario y en algún momento de paralelismo productivo y clara responsabilidad del mantenimiento financiero de la economía nacional.

En el último periodo los bolivianos nos enteramos de una serie de hechos que se relacionan con el manejo de nuestros recursos naturales “no renovables” así con mayúsculas y es que por ejemplo en el caso de hidrocarburos y en lo que atañe concretamente al gas una última certificación de reservas nos pone en el sitio real, al señalar que lo que tenemos tienen un límite en función de tiempo y cantidad.

Nadie se atreve empero a fijar plazos “fatales”, aunque se conoce el dato que la estatal petrolera YPFB maneja como el más actualizado que proviene de un estudio realizado por la empresa canadiense GLJ Consultants, señalando que nuestro país al cierre de la gestión 2013 tenía 10,45 trillones de pies cúbicos (TCF) por su siglas en inglés, de reservas comprobadas de gas. El informe añade que también existen 3,50 TCF de reservas probables y 4,15 TCF de reservas posibles en lo que corresponde al gas. Hay que estimar como favorable la cantidad de 211,4 millones estimados de barriles de petróleo en condensado, que son parte de las reservas que hay en materia de hidrocarburos en nuestras fuentes naturales proveedoras.

Expertos por una parte, observadores por otra, convienen en señalar que frente a la realidad y las perspectivas en función de años más del uso de estos recursos naturales, petróleo y gas, irán a 25 años más, hay otros analistas que piensan en mayor tiempo, hasta 30 ó 40 años, pero sin ninguna base cierta, lo que induce y con buen criterio a las autoridades nacionales y las del área de hidrocarburos a definir claramente una política emergente de prospección y exploración en todos los sitios en que hayan indicios de la existencia del “oro negro” con fines de reposición del energético, para reemplazar el consumo que se produzca en las necesidades internas del país y en el cumplimiento de los cupos de exportación.

El reto está implícitamente lanzado y no pueden hacerse muchas reflexiones en torno a posibles soluciones, el asunto amerita asumir decisiones técnicas de inmediata ejecución, que no son otras que las de invertir muchos más recursos para desarrollar una masiva, si vale el término, prospección y exploración de yacimientos hidrocarburíferos.

Lo que se ha hecho hasta el presente, con un arrastre de proyectos anteriores, la puesta en marcha de nuevos planes que nos permiten cubrir y ampliar nuestras exportaciones de gas, tiene que tener un respaldo especial con la reposición de nuevos pozos de gas. Las inversiones tienen que multiplicarse tomando como ejemplo el trabajo de la española Repsol y otras internacionales como la única manera de tomar previsiones con la debida antelación.

Esa misma política debería adoptarse en el caso de la minería para tener en determinado tiempo un panorama más claro sobre nuevos yacimientos debidamente prospectados en base a programas de exploración que tienen referencias interesantes logradas vía satélite que merecen verificación y en su caso el apoyo de la necesaria inversión para hablar de otra alternativa del uso de nuestros recursos mineros.

Los proyectos son a largo plazo en ambos casos, pero la experiencia de lo que se observa en países vecinos, con parecidas potencialidades, nos muestra que las políticas más acertadas son la de comenzar ya el proceso de tener listo un nuevo orden productivo de reposición a largo plazo, asegurando ahora, dotación de recursos, tecnología y seguridad para avanzar además hacia la industrialización de esos recursos naturales. No hay alternativas intermedias.

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