El 6 de agosto de 1945, en el final de la Segunda Guerra Mundial, el bombardero estadounidense Enola Gay, ordenado por el presidente Harry Truman, lanza una bomba atómica en pleno centro de la ciudad de Hiroshima (Japón), cuyo objetivo fue la rendición rápida e incondicional de Japón a los Estados Unidos, este acto bélico produjo la muerte de alrededor de 120.000 japoneses, en su totalidad civiles, dejando un saldo de casi 360.000 heridos. Este hecho marcó la vida de miles de japoneses y el pasado 6 de agosto se cumplieron 69 años de aquel fatídico acontecimiento, no parece lejano de lo que pasa en nuestra querida ciudad de Oruro; aunque la comparación parezca aterradora, lo que vemos diariamente en las calles de nuestra ciudad son calles totalmente destrozadas, abiertas, intransitables, peligrosas, inacabadas, etc.; como si una bomba o un bombardero hubiera arremetido contra nuestra ciudad.
Con el afán de "mejoramiento urbano" o urbanístico, la Alcaldía o Gobierno Municipal, hace tres años aproximadamente o poco más, ha emprendido la tarea de poder mejorar las calles y avenidas de una gran parte de nuestra ciudad, trabajos de asfaltado, mejoramiento de aceras y vías públicas; todo esto obviamente aplaudido por todos los orureños pues se trata de progreso de alguna manera, sin embargo, lo que acontece ya desde el emprendimiento de esa mejora urbanística, es que las calles se han convertido en un obstáculo y peligro para quienes transitamos diariamente por las mismas -ciudadanos de a pie-: trabajos incompletos o peor inconclusos, empresas irresponsables que han abierto y destrozado las calles y las aceras pero que no las reconstruyen, refaccionan ni mejoran. La población diariamente se lleva un colerón al no poder llegar puntuales a sus fuentes laborales o llevar a sus hijos en hora a la escuela.
No se trata de criticar -eso que quede claro- pero cuando uno observa las calles de la ciudad de Oruro se encuentra como sí realmente hubiera caído una bomba que las destrozó; responsabilidad la hay, pero ésta es compartida, por un lado las empresas irresponsables que se adjudican estos trabajos y por otro las autoridades municipales (que hasta el día de hoy se siguen tirando la pelotita cuando ya están finalizando su gestión y no han ejecutado ni la mitad del presupuesto).
A pesar de los "ene" reclamos de la ciudadanía nadie hizo ni hace nada; y seguimos tropezando, saltando, torciendo los pies y haciendo malabarismos para pasar las calles de una acera a otra, y peor aún las movilidades (minibuses y taxis) van de contra ruta a punto de provocar un accidente o dándose modos para llegar a donde se les pide. Un ejemplo claro es la zona Sur de la ciudad, es en términos sencillos "un caos", comprendido desde la Av. España y "Dehene" hasta la Facultad Nacional de Ingeniería; donde los estudiantes y las personas que tienen su fuente de trabajo por este sector pasan peripecias para llegar a su destino; parecería que nuestras autoridades no transitan por estos lugares, muy a aparte de otros sectores de la ciudad que han llevado más de un año mejorarlas y que todavía siguen con algunos escombros, como si se tratase de un favor levantarlos.
¿Orushima? Aunque la comparación es abismal de aquel hecho fatídico en Japón, lo que pasa en Oruro es como si realmente hubiera caído una bomba en la ciudad; pero a diferencia de Japón que se levantó de ese terrible hecho rápidamente, Oruro, por la irresponsabilidad de nuestras autoridades, no puede levantarse y poner punto final a esas calles bombardeadas.
No hagamos oídos sordos, pues acordémonos que cuando también hace años atrás éramos ciudadanos de a pie, observábamos todos los defectos y errores de las anteriores autoridades que fungían; al parecer no había sido nada fácil asumir el máximo rol a la cabeza del municipio.
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