Jueves 28 de agosto de 2014
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La primera trasmisión por televisión de un debate entre candidatos a la presidencia de Estados Unidos fue en 1960 entre John F. Kennedy y Richard M. Nixon, y se afirma que fue decisivo para volcar en favor de Kennedy la ventaja inicial que según las encuestas había logrado captar Nixon.
Se confirmaba, entonces, que los debates pueden cambiar las percepciones de los ciudadanos, y “la mayoría de los cientistas políticos coinciden en que los debates entre candidatos ayudan a mejorar la calidad de la democracia a través de diferentes canales: por un lado contribuyen a la formación de un electorado más informado y racional y, por el otro, le brindan a los políticos la oportunidad de conseguir el consenso de los gobernados.” (Sebastián Galiani e Iván Torre, “Debates presidenciales”. Foco económico. 10.06.2011).
Los debates entre candidatos son práctica usual en muchos países y, en algunos, son obligatorios; en Brasil están regulados legalmente y en México la Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales establece que el Instituto Nacional Electoral (INE) debe organizar dos debates obligatorios entre los candidatos a la presidencia. Hoy se extiende la lista de los debates electorales en la mayor parte de las democracias de Occidente.