Los que amamos la ciudad de La Paz; los que la recorremos en sus rincones; los que la cuidamos; los que gozamos sus senderos; los que asistimos a sus ferias y conciertos; los que pagamos impuestos; los que creemos en la corresponsabilidad ciudadana; queremos más y mejor de lo que recibimos esta última década y no retroceder a la oscura época de los noventa.
Por eso, sin dudar y sin lamentos, pedidos, solicitamos, exigimos a los actuales candidatos a la Alcaldía de la sede de gobierno, a los candidatos a concejalías, que presenten propuestas concretas para mejorar lo avanzado, con un compromiso claro de mantener la actual institucionalidad y meritocracia, desde programas como las “cebras” hasta los planes mayores.
Es fácil olvidar los días de la ingobernabilidad y los estropicios cotidianos, pues los seres humanos solemos borrar de la mente y del sentimiento aquello que molesta, aquello que huele mal, que no trae buenos recuerdos.
Sin embargo, es necesario tener presente cómo era la descomposición municipal antes del 2000 pues estamos en vísperas de elecciones y aparecen discursos que asustan. Por ahora no son palabras de los principales candidatos pero sí de algunos de sus acompañantes. Uno prometió que los gremiales recuperarán poder porque en estos años “fueron maltratados”. Otros ofrecen rebajar impuestos, ahora que el 90% de los propietarios cumple con su deber.
La salida fácil parece ser el insulto, la amenaza, la demagogia o la fiesta, cuando recuperar la ciudad tuvo un costo complejo e intenso hasta lograr sanear cuentas, ser sujeto de crédito de los organismos internacionales, iniciar cambios.
La Paz, a diferencia de otras capitales del continente, dejó de ser ciudad con callampas o tugurios y el vecino que la pasea encontrará servicios básicos aún en las zonas más negras, además de plazuelas o jardines donde conviven habitantes de diferentes estratos sociales.
Importa aquello que no se ve. Un ejemplo, el ordenamiento de los archivos. Pongamos por caso el Cementerio General, hasta hace poco desmoronado y ahora un monumento a la memoria. El historiador, el periodista, cuenta con sistemas para acceder a la información pública que carecen otras entidades públicas. No hay más de 10 con archivos accesibles en la administración central.
En contraste, hay temas que la actual administración municipal no pudo superar. El principal es el desorden del tráfico, aunque los transeúntes, usuarios y conductores tampoco ayudan. Está inconclusa la tarea de someter a los loteadores, muchos encubiertos como falsos pobres o como empresarios de inmobiliarias, que ocupan zonas municipales o venden los cerros. Tampoco hay un programa completo interinstitucional para la seguridad ciudadana y son insuficientes los intentos contra la venta ambulante y sus múltiples efectos negativos, empezando porque grupos familiares se apropian y dominan el espacio público. Una obra inútil es la Plaza Bicentenario y hay mucho más para mejorar, para corregir.
No aparece un asunto central: ¿Cómo conciliará el gobierno municipal paceño intereses con municipios vecinos ingobernables y permanentemente desfalcados: Palca, Achocalla, Mecapapa, que ya rozan sus límites urbanos? La Paz tiene desafíos enormes, retroceder al pasado será fatal.
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