Una determinación de autoridades municipales, respaldada por la Asociación de Conjuntos del Folklore de Oruro (ACFO) que posteriormente invirtió el sentido de ejercer control sobre sus grupos afiliados, prohibía que entre 60 y 90 días antes y después del Carnaval de Oruro ningún conjunto podía viajar al exterior del país bajo pretexto alguno, precisamente cuidando el valor y la originalidad de cada danza en particular y precautelando la esencia del Carnaval devocional de manera general.
Algo pasó y la tan meritoria prohibición dejó de tener efecto y los conjuntos del Carnaval de Oruro empezaron a visitar grandes capitales en Europa, los EE.UU. y países del área latinoamericana sin mayores restricciones, salvo en algunos casos en que por lo menos se cuidó el tiempo de proximidad con el desarrollo mismo del fastuoso evento y en su lugar de origen.
Algunos de los viajes seguramente y en su tiempo sirvieron para la importante promoción turística por vía directa, el caso de ciudades norteamericanas u otras europeas, de donde llegaron interesantes contingentes de ávidos viajeros en pos de ver especialmente más diablos y su “propio averno”, por lo demás otros tours folklóricos a países vecinos tal parece que sirvieron para mostrar los detalles de atuendos y coreografía que fueron imitados inescrupulosamente
A raíz de esos continuos viajes de los grupos carnavaleros de Oruro al exterior se conocieron algunas peripecias de nuestros danzarines que en más de un caso tuvieron que comercializar sus disfraces y máscaras para costearse el retorno. Los beneficios para Oruro fueron insignificantes, pero los disfraces sirvieron para ser reproducidos en escala comercial por no decir industrial.
Hay quienes señalan que la promoción de nuestro Carnaval debe ser directa, por tanto la salida de grupos folklóricos sería el argumento válido para cumplir esa opción de “vender imagen” personalmente.
Estudiosos del fenómeno devocional, tradicional y folklórico del Carnaval son los que se oponen a la salida principalmente de nuestras diabladas al exterior, señalando que —lo menos que hacemos— es un flaco favor a los imitadores y usurpadores de los valores de nuestro único e inigualable Carnaval.
La promoción, según los entendidos, debe efectuarse utilizando la tecnología del tiempo actual a través de los medios y sistemas audiovisuales, de manera que quienes se interesen en el evento y quieran verlo personalmente inviertan y empaquen para visitar la Capital del Folklore de Bolivia, presencia que es útil a los fines económicos de nuestra ciudad, que después de cada carnaval tiene saldo en contra, situación que sólo será revertida cuando los turistas se queden más de dos días en la ciudad y puedan percatarse de la riqueza inigualable de un evento devocional y al mismo tiempo terrenal.
El caso de los viajes al exterior de conjuntos folklóricos carnavaleros debería ser motivo de un profundo estudio para debatir los pros y contras de una desmedida acción de exportar nuestros valores sin un justificativo práctico de beneficio al irrenunciable objetivo de asumir defensa de los valores intrínsecos del Carnaval de Oruro, Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad.
Fuente: LA PATRIA
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