El “País de las maravillas”, también llamado el de la “década dorada”, es un cuento muy persistente que se ha enquistado en la estructura del discurso del MAS y que, como todo instrumento argumental de sus características, hace posible la transformación del medio circundante en algo diferente a su naturaleza real, en un todo pletórico de ensoñaciones, cada vez más fantasiosas, para hacer posible en las nebulosas de la mente una realidad ajena por completo a la que vive el pueblo boliviano de a pie, no los grupos que medran a costa de la riqueza nacional por medio del malhadado “proceso de cambio”.
Como nos encontramos en un año electoral todo sirve para conquistar a las masas con un discurso falaz, pero, no obstante, efectivo para “marear la perdiz” y disfrazar la realidad, intentando que la gente piense que lo vivido en los últimos años a partir del 2006 es un proceso revolucionario que ha mejorado el nivel de vida de todos los bolivianos, aún de los opositores al totalitarismo masista, y que se hace imprescindible preservarlo por sus supuestos logros, vaguedades sofisticadas que solamente existen en el papel. Que Bolivia tuvo un incremento considerable en sus exportaciones es evidente, que las cifras macroeconómicas se han mantenido en equilibrio también, pero de eso a que se haya reducido sustancialmente la pobreza y a que el país hasta el 2025 será una “Suiza en los Andes” es una mentira horrorosa, la que solamente sirve para el consumo de movimientos sociales emborrachados por el poder y beneficiados por innumerables prebendas y de grupos de oportunistas e incautos de clase media que han perdido el rumbo histórico y son capaces de “venderse por un plato de lentejas”.
La economía de Bolivia, a pesar de los equilibrios macroeconómicos, no está muy bien que se diga. La enorme riqueza obtenida en los últimos 9 años gracias al crecimiento radical de las exportaciones por una coyuntura internacional favorable no ha derivado en un cambio de matriz de desarrollo estratégico. Seguimos siendo un país que produce poco y sin mucha variedad, además que la estructura primaria basada en la exportación de materias primas no ha cambiado, al contrario, se ha profundizado. De industrialización y de creación de empleos en cantidad y sostenibles ni hablar. Si se han establecido algunos polos industriales, estos resultan marcadamente insuficientes para lo que requiere el país. Y la devastación de la Naturaleza es absolutamente criminal. Por beneficiar a sus “engendros”: cocaleros y cooperativistas, el MAS está permitiendo un grado de contaminación y destrucción del entorno deplorables.
Entre los mayores crímenes del régimen actual se encuentra la miserabilización de la clase media, de la única clase que paga impuestos para sostener los bonos compra-conciencias populares que serán insostenibles en el tiempo. Y cuando llegue el momento del ajuste de cuentas, los delincuentes habrán huido lejos a disfrutar de sus robos de la última década. Quizás no sean los mayores culpables, al final los pueblos enceguecidos por la ignorancia tienen los tiranos que se merecen. Cada vez resulta más difícil encontrar trabajo estable y medianamente bien pagado si no se cuenta con aval partidario. Cientos de miles de familias en Bolivia viven el vía crucis diario de la falta de recursos para cubrir el pan de cada día y los otros gastos en salud y educación, sin considerar los montos en intelectualidad, tan necesarios como vitales.
Y los ahítos de poder perverso todavía nos hablan de “década dorada”, será para ellos y sus familias, para sus hordas que solamente saben de bloqueos, de odios sistemáticos y de hundir al país al que solamente quieren cuando les permite la bacanal de sus desenfrenos irresponsables. Vivimos los tiempos negros de la democracia controlada, de las violaciones sistemáticas a la Constitución que ellos mismos impusieron con el voto comprado con promesas de días mejores, de la falta de Estado de Derecho, de la descomposición de los poderes públicos y de la escasez de luces esclarecedoras. No es necesario que regrese la “noche de las dictaduras militares” para darnos cuenta que muy poco ha cambiado.
Y el peor crimen cometido por los socialistas-neoliberales (masistas) es haberse disfrazado de izquierdistas para asaltar las instituciones del Estado, el haber prostituido las ideas revolucionarias. La historia no les perdonará y sabrá cobrarse en su debido tiempo los crímenes cometidos por la hoy nueva burguesía.
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