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Domingo 17 de agosto de 2014

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Cultural El Duende

EL MÚSICO QUE LLEVAMOS DENTRO

Ernesto Cavour

17 ago 2014

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Según su propio relato su interés musical despertó a los 10 años de edad:

“Vine a este mundo el 9 de abril de 1940, crecí en distintos barrios periféricos y populares de la ciudad de La Paz (Callampaya y Chijini), no recuerdo haber tenido ningún pariente cercano con aptitudes artísticas; pero cuando tenía 10 años al ver por primera vez una guitarra sentí algo en mi interior, como una cosa inexplicable que me marcaría por el resto de mi existencia, deseaba tocarla, sentirla entre mis brazos y no soltarla jamás; ahora recién entiendo que ese golpe era el arte, era mi sensibilidad que despertaba ante la música. Sin embargo, el trabajo sacrificado de mi madre junto a su maquinita Singer y los innumerables mandiles que cosía hasta altas horas de la noche para las vendedoras del mercado Lanza, donde muchas veces yo era el encargado de ofrecer a las comerciantes asentadas en las calles y mercados, me impedía exigir ese costoso anhelo; solo después de algún tiempo, tuve mi primer charango, lo adquirí baratito en el thanta khato (conocido ahora como el barrio chino, donde se venden objetos de segunda mano y muchos de dudosa procedencia) con los pocos ahorros que había logrado juntar para comprar un regalo para el día de la madre, el 27 de mayo de 1950.

Transcurrieron los años y el problema económico en casa fue mejorando, la apertura libre de Arica y la afiliación de mi progenitora al comercio minorista, me permitieron dejar ciertos salditos a mi favor del recuento de las ventas que estaba a mi cargo, esto me facilitó enormemente para comprar una guitarra del Maestro Juan Sanzetenea, taller y vivienda ubicadas en la Embajada cochabambina, un conventillo de la calle Castro, zona Santa Bárbara (hoy demolido), donde vivían varias familias procedentes del departamento de Cochabamba, entre ellos constructores de guitarras, mandolinas y charangos como Adrián Blanco Molina, Julio López y otros.

Mientras aprendía y extraía los primeros sonidos a mi charango, al mismo tiempo que ejercitaba la guitarra, el ambiente cultural paceño estaba impregnado con la música folklórica de Jaime del Río, Gilberto Rojas y los Indios Latinos, La Kantutas, Pepita Cardona, Eugenio Velasco, Las Hermanas Tejada (maravillosas voces femeninas que cantaban por quintas) (…) Raúl Show Moreno, Los Sumac Huaynas, (…) Jorge Eduardo (guitarrista folklórico de gran talento que participó en la musicalización de la película vuelve Sebastiana), Carlos Saucedo (…) y otros que no me vienen a la memoria…

Las esferas primordiales para el desarrollo de las actividades artísticas eran los auditorios de las radios con sus programas en vivo: Illimani, Emisoras Unidas, Altiplano, Méndez, Armonía y América, Así como el Teatro al aire libre… Este panorama cultural desde 1952 a 1956 fue imperecedero; no obstante mi carácter humilde y mi gran timidez, salí como pude con mis inclinaciones artísticas, mi inquietud era tan grande, que mis sueños de niño rápidamente me condujeron a los programas infantiles, de ese modo empecé cantando en radio América de propiedad de la familia Salcedo, en el programa del abuelito Tito. Cuando ya tenía 14 años, participaba en los concursos para aficionados en las radios Altiplano, el Cóndor y otras, cantando y tocando charango y/o guitarra.

El año 1957, siendo aún estudiantes formamos el trío Los Juncos con Julio Godoy (guitarra), y Hugo Barrientos (cantante y compositor); ese mismo año me constituí como artista profesional, inscrito bajo el registro Nº 9, libro: A V, como socio activo del SIMUARVA (Sindicato de músicos y artistas en variedades). Es necesario recalcar que en ese tiempo, era imposible actuar si uno no portaba el carnet de afiliado.

En la década de los ’60 viví una combinación de grandes experiencias: el año 1962 formé el conjunto Alto Guaraní con Antonio Suazo, Eddy Otero y René Núñez Sánchez, tocando un arpa construido con mis propias manos, que antes de venirme de Europa me compraron Los Quetzales, tuvimos varias presentaciones en radio Excélsior y en el Teatro al Aire Libre junto a Cuco Sánchez (noviembre 1962)

Asimismo, hicimos el Dúo experimental 111 con Jimmy Saravia. Ese mismo año, ingresé al Ballet Nacional dirigido por Chelita Urquidi y Gilberto Camberos, quienes se constituyeron en mis maestros de danza; llegué a ser bailarín de fila, lo que me permitió obtener un ítem con salario e integrar el elenco clásico y folklórico cumpliendo con una serie de compromisos: para el recibimiento del Mariscal Tito en el Estadio Capriles de la ciudad de Cochabamba (1963); en el Teatro Municipal de la ciudad de La Paz eran innumerables las temporadas del Ballet clásico y folklórico (septiembre y noviembre de 1964, julio, agosto y octubre de 1965).

Mi primera actuación en el exterior como bailarín y como charanguista fue en el 1º Festival Nacional estudiantil de Folklore, realizado en San Miguel de Tucumán-Argentina, integrando el Ballet oficial de Bolivia, dirigido por Chelita Urquidi y por el profesor Justino Jaldín Morales, jefe de la sección de etnomusicología (9 al 12 de julio de 1964)

El acontecimiento más grande fue nuestra participación en el Primer Festival Latinoamericano del Folklore, realizado en Salta del 22 al 25 de abril de 1965; actué como bailarín (bailecito y cueca cochabambina), como solista instrumental (charango), también acompañaba a María Luisa Camacho (solista), a Las Imillas (dúo de canto) con charango, y con arpa a (Pepe Murillo y Carlos Palenque); donde trajimos los Primeros Premios para Bolivia.

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