La figura de todos los años cuando comienzan los prolegómenos propios de la organización del fastuoso Carnaval de Oruro, reconocido por la Unesco como Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad, título que debe honrarse, cuidando los mínimos detalles de su organización, al margen de cualquier presión que pretenda distorsionar su originalidad devocional, folklórica y tradicional.
No hay que desconocer que existen problemas internos en la principal entidad que cobija a casi medio centenar de agrupaciones folklóricas que hacen el Carnaval de Oruro y en cuya coordinación actúa la Asociación de Conjuntos del Folklore de Oruro (ACFO) y lo hace en función de una Ley que además dispone en el área que le corresponde tuición organizativa a la Municipalidad de Oruro, completándose la responsabilidad para fines estrictamente de preservación del magnífico evento al Comité de Etnografía y Folklore.
Lamentablemente como si fuera parte del proceso organizativo del Carnaval cada año se producen algunas inquietantes “maniobras” que pretenden alterar la disposición en vigencia con una serie de argumentos, que sí pueden tener razonable validez cuando se reconoce que falta coordinación entre los organismos responsables de la organización y ejecución del Carnaval.
La Ley 602 que se pretende modificar es norma que se promulgó tomando en cuenta el grado de obligaciones que asumen las entidades que deben planificar y mejorar anualmente el carnaval, actualizar su sistema administrativo, modernizar y ampliar su escenario natural, cuidar y evitar distorsiones sobre su contenido y esencia de religiosidad y paganismo como un elemento de sentido incomparable e inimitable. Cada organización tiene su parte a la hora de trabajar en el próximo carnaval, lo que falta sin embargo es la aplicación de un reglamento a la Ley que establezca con absoluta claridad las responsabilidades, los límites de acción, el auto control de labores, el manejo económico compartido y el buen uso de esos recursos con fines exclusivos de incentivar cada año el crecimiento del evento como tal.
Quienes tienen a su cargo el manejo de la institución que agrupa a los conjuntos folklóricos tienen que saber que ni son dueños, ni exclusivamente los únicos encargados de manejar el Carnaval, son nada más que coordinadores delegados por los devotos danzarines para coordinar un programa que permita la participación organizada de los conjuntos, por lo mismo sus tareas deben ser convenientemente establecidas para evitar lo que sucede permanentemente con una supuesta autoridad que no tiene sobre el Carnaval de Oruro, patrimonio del pueblo.
La Alcaldía cumple su rol de extremada responsabilidad para tener un adecuado escenario, cumpliendo las exigencias de mayor comodidad y seguridad para los espectadores y los mismos protagonistas del grandioso espectáculo callejero, debe invertir recursos que tendría que recuperarlos por efecto del millonario movimiento económico que produce el Carnaval.
El Comité de Etnografía y Folklore debe trabajar elaborando un plan maestro que defina la estrategia general de la Obra Maestra, disponiendo reglas claras para el cumplimiento de las mismas por parte de quienes participan en cada carnaval, sin que se distorsione su sentido devocional y el uso de algunos atuendos que en los últimos años se muestran estrafalarios.
Lo importante es que no se compliquen las instancias ya definidas para seguir con la organización del Carnaval. Lo menos que puede pensarse es en cambiar una ley para que el patrimonio de los orureños y de Bolivia, sea manejado con fines inconfesables. Cada cosa en su lugar y en este tema hay un lugar para cada cosa. Una actualizada reglamentación facilitará salvar los prolegómenos del Carnaval.
Fuente: LA PATRIA
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