Miercoles 13 de agosto de 2014

ver hoy





























































Hacer política es el mejor negocio de la vida, porque ahí no valen los principios y valores de una persona sensata, cuando la misma desea servir al pueblo ocupando un cargo público.
En esta época, son pocos los ciudadanos que actúan y piensan con moderación y buen juicio, ya que los demás están a la pesca de una oportunidad para poder seguir viviendo a costa del sacrificio y esfuerzo de más de 10 millones de bolivianos.
Lo anterior, queda comprobado al ver como militantes de un partido político se pasan a otro, traicionando los principios éticos emergentes de una conducta rectilínea que norman la actividad partidaria.
Esos elementos, considerados verdaderos tránsfugas, no merecen ser concejales, diputados o senadores, al haber cambiado de ideología de la noche a la mañana, solo con el fin de seguir usufructuando del erario nacional.
Aquí en Oruro, como en otras ciudades, ocurren esas cosas, no siendo ni novedad o sorpresa el paso dado por un concejal, habiendo, más bien, causando hilaridad y a la vez ira, saber cómo hay políticos de conveniencia que suben al tranvía oficialista para seguir en cargos administrativos, señalando falsamente ser defensores de la causa popular, algo que nadie ya cree.