Este 6 de Agosto celebramos 189 años de la independencia de nuestra amada Bolivia, una fecha que nos acerca vertiginosamente a la conmemoración del bicentenario de tan significativo acontecimiento que marcó la vida y subsistencia de una República que doblegó el yugo español y mantiene su lucha abierta contra toda forma de dominación.
Estamos propiamente a once años para celebrar doscientos de la fundación de Bolivia. Se marca el 2025 como el año especial para que se cumplan algunos objetivos especiales, en pos de afirmar la liberación económica del país en base a un conjunto de medidas que hagan posible el fortalecimiento de su sistema productivo, asentado en la nueva estructura de la industrialización de los recursos naturales, los no renovables como hidrocarburos y la minería, pero también los agrícolas y ganaderos que son requeridos en los mercados del exterior donde llegarán con calidad y garantía inobjetable.
Bolivia vive actualmente un proceso de acción política electoralista y la ciudadanía queda absorta al escuchar y ver las ofertas electorales, donde mayormente se piensa en el exitismo del presente, sin olvidar los sucesos del pasado, malos y buenos pero sin delinear clara y concretamente programas de largo aliento por lo menos con la meta del 2025.
Es cierto que en más de dos ofertas políticas se marca el año del bicentenario de la fundación de Bolivia como límite del cumplimiento de ciertas metas de orden productivo. Se habla de macro proyectos y se descubre un claro e indisimulado propósito de prolongar hasta entonces la figura de gobernabilidad política, como si ese fuese requisito imprescindible para proyectar el desarrollo sostenible del país y la continuidad de aquellos proyectos que surjan en este presente con lineamiento a un futuro abierto, pero de relieve cuando sean 200 los años del festejo de nuestra independencia.
Macro economía y mega proyectos se anotan en algunos programas políticos, creación de fuentes de empleo para disminuir la desocupación pero en condiciones de dignidad y seguridad es otra de las opciones consignadas en la folletería política, lo que redundaría en mejorar las condiciones de vida de un alto porcentaje de bolivianos hoy dedicado al comercio informal para sobrevivir.
Bolivia avanza con pasos seguros hacia objetivos muy claros que tienen que ver con su independencia económica, resultado que será posible si se aplican políticas adecuadas para fortalecer los sectores de alta productividad a través del avance tecnológico a la industrialización de nuestras materias primas y la exportación de nuestra riqueza general, con valor agregado para competir en los mercados internacionales más exigentes.
Ya no es tiempo de manejar la política con sentido crítico de un pasado de gloria, pero también de grandes frustraciones. Hay que pensar en el presente con una verdadera convicción de trabajo que se proyecte al futuro, para asegurar el bienestar deseado para ésta generación y las futuras.
Han transcurrido 189 años de aquel 6 de Agosto en que se fundó Bolivia y quedan once para que celebremos 200 años de triunfos y avatares, de grandes ansiedades y de muchas esperanzas. Más de diez millones de bolivianos estamos en manos de los políticos, de esa clase social dependerá nuestro futuro, por eso es necesario aprovechar ésta celebración para arrancar de ellos un compromiso de servicio inclaudicable para cumplir los objetivos de fortalecer todo el sistema productivo asegurando nuestra independencia económica, con una industria poderosa y progresista que nos haga sentir más orgullosos de ser bolivianos.
Fuente: LA PATRIA
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