La naturaleza de la TIERRA y los recursos naturales
La tierra o naturaleza, es producto de la materia y energía en permanente y continuo movimiento, que a su vez, vía procesos geológicos y bajo determinadas condiciones físico-químicas, da lugar al origen de especies inorgánicas y orgánicas. La dialéctica de ambas, crea los organismos vivos, como entidades estables autónomas, que acumulan energía del medio externo (naturaleza), en un proceso de adaptación y evolución al medio ambiente.
La naturaleza de siempre es y será fuente de vida para todas las especies. Ella se ofrece como objeto de su actividad. El ser humano igual que cualquier especie, se relaciona con la naturaleza por medio del trabajo. Para todas las especies la naturaleza es objeto de actividad natural, menos para el hombre. Para el hombre es objeto de transformación, y al mismo tiempo, objeto de transformación del propio hombre: orgánicamente y de su pensamiento. Sin naturaleza no hay pensamiento y sin pensamiento no hay hombre, de tal modo, que el valor de la naturaleza está determinado por los intereses sociales. El ser humano es quien ha otorgado un sentido a la naturaleza, y es, apropiarse de ella para satisfacer sus necesidades, pero cuidado, dar sentido no es crear. Las necesidades son cambiantes históricamente, por lo que el sentido otorgado a la naturaleza, es también de carácter histórico. La apropiación de la naturaleza es, por tanto expresión del grado de desarrollo del conocimiento y de la organización de la sociedad. Hoy fruto del desarrollo de las relaciones de producción, la naturaleza como entidad ecológica solo tiene sentido como entidad económica, convirtiendo a ella en recursos naturales.
Sobre el sentido, prevalecen dos enfoques contrapuestos: el tecnocentrismo, que plantea que la naturaleza es un conjunto sin fin de materias primas, que se venden y se compran, que son objetos útiles y no útiles; los daños al medio ambiente, serán solucionados tecnológicamente; el ecocentrismo, tal como se sabe, tiene un planteamiento totalmente contrario.
Ambos planteamientos científicamente no son responsables, ni viables socialmente. Otorgarle esta categoría a la naturaleza es perverso. Si el problema es social, la solución debe ser social, es decir política, por tanto, es posible darle otro sentido a la explotación de nuestros recursos naturales, máxime si estos, van para el aprovechamiento de otros países, como es el caso nuestro.
LA MINERÍA BOLIVIANA PARTE
DE NUESTRO DESARROLLO
La minería es parte del desarrollo social y económico de Bolivia y como tal, está intrínsecamente ligada a las formas de las relaciones de producción, en su permanente interacción con la naturaleza a través del trabajo. La actividad minera en las Culturas Tiahuanacota y del Imperio Inca estuvo presente, su característica esencial fue, que la utilización de algunos minerales útiles estuvo ligada a su desarrollo integrado, simultáneo e equilibrado de diversos sectores productivos, como la fabricación de instrumentos de trabajo, la construcción, alfarería, orfebrería y tejidos; las jerarquías de las necesidades y sus calidades, marcadas por las jerarquías sociales; el arte, diseño, formas y colores en función del grado de refinamiento de los linajes y clases superiores, que a su vez, estaban ligados a la materialización de deidades sobre todo naturales. El trabajo fue comunitario muy disperso territorialmente y articulado a niveles superiores centrales vía tributo.
El paso de una minería integral, por más básica que sea, a un modelo desarticulado, da lugar al surgimiento de un extractivismo ordinario básicamente solo del oro y la plata y esto ocurre con la llegada de los españoles; entonces, lo que ocurrió fue, la destrucción inmediata de un sistema económico y productivo, y lo peor, la liquidación intelectual de técnicos y científicos de la organización social; todas las otras actividades debían servir a este enclave, pero además, orientados a la exportación hacia la Metrópoli española. Esta separación puso el fundamento de la perversa cultura de desarrollo de nuestro país, hasta el presente. No hubo, ni existe una dirigencia política capaz de reorientar nuestra división social del trabajo. El surgimiento del mercado del intercambio, en su fase mercantilista en Europa, sacrificó de esta manera a la cultura productiva de otrora.
El periodo colonial, es el periodo de la expoliación por el poder político español de estos recursos minerales preciosos. La ideología de entonces constituía en creer, que la riqueza está representada por oro y plata amonedados. Su adquisición lo constituye el fin de toda actividad económica. Dinero no siempre significa riqueza. Se confunde riqueza material con bienestar económico, (hoy se sigue con la misma ideología).
Fuente: LA PATRIA
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