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Domingo 03 de agosto de 2014

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Cultural El Duende

EL MÚSICO QUE LLEVAMOS DENTRO

Alfredo Domínguez, el genio salvaje

03 ago 2014

Gustavo Ángelo

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Alfredo Domínguez es el guitarrista y compositor folklórico más sobresaliente que ha tenido la historia de Bolivia. Fue el innovador que le dio una nueva personalidad a la guitarra boliviana. Así como Argentina tiene a Eduardo Falú, Paraguay a Agustín Barrios, Brasil a Heitor Villa-Lobos y España a Francisco Tárrega, Bolivia tiene a Alfredo Domínguez.

Domínguez nació en Tupiza (Potosí), el 9 de julio de 1938. A sus 13 años, inició su pasión por la guitarra para interpretar “lo que en su momento sentía”, siendo la zafra jujeña el escenario que le serviría para sus primeras composiciones.

Al ser un guitarrista consolidado, incursionó también en la pintura; fue gestor de la peña Naira e integrante del conjunto Los Jairas, sin dejar de realizar composiciones musicales para el cine nacional.

En 1962, cuando Alfredo tenía 24 años, se trasladó a la ciudad de La Paz, no precisamente para tocar la guitarra. Los tupiceños que formaban parte del club Bolívar -entre estos Víctor Agustín Ugarte, Hernán Huaranca y Hugo Flores-, invitaron al músico para que asista a sus entrenamientos de fútbol, en los que Domínguez demostró sus buenos dotes de guardameta.

El neofolklore

Las expresiones y sentimientos folklóricos-culturales necesitan de diferentes maneras de interpretación, argumentaba Domínguez, pues competir directamente con el folklore es algo complicado. Existe mucha gente con talento, personas innovadoras de técnicas, esencias, sonidos, efectos, personas que buscan marcar la diferencia. Tal el pensamiento que motivó constantemente al artista.

Alfredo Domínguez y el charanguista Ernesto Cavour experimentaron siempre nuevos desafíos y estilos en sus instrumentos, ambos compartieron la misma inquietud. En una ocasión, Domínguez se encontraba calentando las manos junto a su guitarra, improvisando la musicalidad de las escalas y ritmos. Cavour, al verlo y escucharlo, continuó el ritmo. En ese momento, ambos lograron entenderse y resultó novedoso para esa época observar la habilidad de los artistas. Más tarde, se uniría al dueto especializado en improvisación Gilbert Fabre (apodado “El Gringo”). Desde entonces, los tres formaron el grupo Los Jairas.

El gran mérito de Domínguez es haber innovado en el folklore. A pesar de que en su niñez y juventud las críticas sobre su forma de pensar se hacían cada vez más presentes, Domínguez hacía las cosas de modo diferente, sorprendiendo a quienes más lo criticaban. De hecho, junto a Los Jairas, fue pionero del nuevo folklore, hablando ya en esa época del mencionado estilo.

Alfredo fue uno de los primeros bolivianos en interpretar una chacarera en el mundo. Una vez, en una radio, le preguntaron por qué interpretaba chacarera. Él respondió: “Porque la chacarera también es boliviana”. “La Yacuibeña” y “Chacarera de Jacinto” fueron sus interpretaciones más reconocidas.

En 1967, Alfredo Domínguez interpretaba ya los estilos de la caja, el erke, el tambor, los armónicos, glisandos, pissicatos y otros efectos que se pueden escuchar en sus 37 discos.

Godofredo Barrientos fue uno de sus mentores, como menciona Iván Barrientos, en referencia a algunos fragmentos de “Recuerdos del Alhambra” de Francisco Tárrega (guitarrista clásico español). Domínguez, al oír esos fragmentos, imitaba y mejoraba la misma versión. Esa fue una de las metodologías que utilizaba para aprender. Su inquietud constante para mejorar su técnica es lo que lo destaca como uno de los grandes en la música boliviana.

A Europa

En 1969 Domínguez se fue a Europa junto a Los Jairas. Un par de años después, ya sólo, recorrió decenas de países. “Me fui porque en Bolivia no encontré lo que buscaba. En Bolivia no cuenta ser artista”, dijo. En el viejo continente también explotó su faceta como artista plástico, al especializarse en el grabado.

Pese a que no regresó por varios años, siempre estaba al tanto de lo que ocurría en el país. Es así que el 1 de noviembre de 1979, cuando ocurrió la matanza de Todos los Santos, en el golpe de Estado de Natush Busch, y al enterarse de que el armamento del Ejército era suizo, compuso la canción “No fabriquen balas” (“No fabriquen balas, ya no por favor, mueren mis hermanos, me causa dolor”, dice la letra).

Muy joven aún, a los 42 años, mientras jugaba un partido de fútbol con sus hijos, el 28 de enero de 1980, Domínguez murió en Ginebra, Suiza, víctima del mal de Chagas, la llamada enfermedad de los pobres.

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