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Domingo 03 de agosto de 2014

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Cultural El Duende

Denise Despeyroux

Escuela de Filósofos

03 ago 2014

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KARL MARX (Prusia, 1818 – Inglaterra, 1883)

Padre teórico del socialismo científico, el filósofo, historiador, sociólogo, economista y escritor Karl Marx es una figura clave para entender la historia política y social contemporánea. Estudió Filosofía en Berlín y pronto se implicó en trabajos sobre la realidad social y se hizo redactor de un periódico que sería intervenido por la censura. Exiliado en 1843, conoce en París a Friedrich Engels, que se convertirá en su amigo y colaborador.

Expulsado de Francia por sus escritos y su fama de revolucionario, se establece en Bruselas, donde funda la Liga de los Comunistas y otra publicación.

Nuevamente expulsado, en 1849 se establece en Londres. Allí se funda la Primera Internacional y escribe su gran obra: El Capital.

• El capitalismo ha ahogado en las aguas glaciares del cálculo egoísta el sagrado éxtasis del fervor religioso, del entusiasmo caballeresco, del sentimentalismo pequeño-burgués. Ha reducido la libertad personal al valor de cambio, poniendo en lugar de las incontables libertades estatuidas y bien conquistadas una única libertad de comercio. Ha sustituido, en una palabra, la explotación velada por ilusiones políticas y religiosas por la explotación franca, descarada, directa, escueta.

• El obrero es más pobre cuanta más riqueza produce, cuanto más crece su producción en potencia y en volumen. El trabajador se convierte en una mercancía tanto más barata cuantas más mercancías produce. La desvalorización del mundo humano crece en razón directa de la valorización del mundo de las cosas. El trabajo no solo produce mercancías; se produce también a sí mismo y al obrero como mercancía, y justamente en la proporción en que produce mercancías en general.

• Ciertamente el trabajo produce maravillas para los ricos, pero produce privaciones para el trabajador. Produce palacios, pero para el trabajador, chozas. Produce belleza, pero deformidades para trabajador. Sustituye el trabajo por máquinas, pero arroja una parte de los trabajadores a un trabajo bárbaro, y convierte en máquinas a la otra parte. Produce espíritu, pero origina estupidez y cretinismo en el trabajador.

• Cuanto más se vuelca el trabajador en su trabajo, tanto más poderoso es el mundo extraño que crea frente a sí y tanto más pobres son él mismo y su mundo interior, tanto menos dueño de sí mismo es. Lo mismo sucede en la religión. Cuanto más pone el hombre en Dios, tanto menos guarda en sí mismo.

• Así como en la religión la actividad propia de la fantasía humana, de la mente y el corazón humanos, actúa sobre el individuo independientemente de él, es decir, como una actividad extraña, divina o diabólica, así también la actividad del trabajador no es su propia actividad. Pertenece a otro, es la pérdida de sí mismo.

• El manifiesto comunista

Se nos ha reprochado el querer abolir la propiedad privada, fruto del trabajo propio. ¿Os referís acaso a la propiedad del pequeño burgués, del pequeño labrador, esa forma de propiedad que ha precedido a la propiedad burguesa? No tenemos que abolirla: el progreso de la industria ya se encarga de hacerlo. ¿O tal vez os referís a la propiedad privada burguesa moderna? ¿Es que el trabajo asalariado, el trabajo del proletario, crea propiedad para el proletario? De ninguna manera. Lo que crea es capital es decir, la propiedad que explota al trabajo asalariado y que no puede acrecentarse sino a condición de producir nuevo trabajo asalariado, para volver a explotarlo.

NICOLÁS MAQUIAVELO (Italia, 1469 – 1527)

Nicolás Maquiavelo fue una figura muy relevante en el Renacimiento italiano y probablemente el teórico político más importante de su época. Como diplomático de la República de Florencia entró en contacto con los principales dirigentes políticos y eclesiásticos de Italia y Francia. Después de la caída de la República en 1512, se retiró de la política y escribió las obras que lo consagrarían como el fundador de la filosofía política moderna.

El concepto central en torno al cual gira su pensamiento es el poder. Maquiavelo afirma la autonomía de la política, que no pertenece al renio de lo natural, sino que es un producto de la acción humana y que por eso debe situarse en el terreno de la libertad y el artificio. Partidario de la república, observa que en toda comunidad aparecen dos intereses contrapuestos, los del pueblo y los de “los grandes”.

• Los pintores que van a dibujar un paisaje deben estar en las montañas, para que los valles se descubran a sus miradas de un modo claro, distinto, completo y perfecto. Pero también ocurre que únicamente desde el fondo de los valles pueden ver las montañas bien y en toda su extensión. En la política sucede algo semejante. Si, para conocer la naturaleza de las naciones, se requiere ser príncipe, para conocer la de los principados conviene vivir entre el pueblo.

• En toda ciudad existen dos inclinaciones diversas, una de las cuales proviene de que el pueblo desea no ser dominado y oprimido por los grandes, y la otra de que los grandes desean dominar y oprimir al pueblo.

• El príncipe no ha de tener otro objeto, ni abrigar otro propósito, ni cultivar otro arte, que el que enseña el orden y la disciplina de los ejércitos.

• Entre el que es guerrero y el que no lo es, no hay ninguna proporción. La razón y la experiencia nos enseñan que el hombre que se halla armado no obedece con gusto al que está desarmado, que el amo desarmado no se encuentra seguro entre sirvientes armados. Con el desdén que late en el corazón del uno y la sospecha que el ánimo del otro abriga, no es posible que lleven a cabo juntos buenas operaciones.

• Un príncipe que a toda costa quiere ser bueno, cuando de hecho está rodeado de gentes que no lo son, no puede menos que caminar hacia su ruina.

• Y es que al príncipe no le conviene dejarse llevar por el temor de la infamia inherente a la crueldad, si necesita de ella para conservar unidos a sus gobernados e impedirles faltar a la fe que le deben, porque, con poquísimos ejemplos de severidad, será mucho más demente que los que por lenidad excesiva toleran la producción de desórdenes, acompañados de robos y de crímenes.

• No hace falta que un príncipe posea todas las virtudes, pero conviene que aparente poseerlas.

• El príncipe debe saber que dispone de dos recursos: la ley y la fuerza. El primero es propio de hombres; el segundo pertenece esencialmente a los animales. Le es indispensable a un príncipe el saber hacer buen uso de uno y otro. Es lo que enseñaron los antiguos autores a los príncipes, cuando escribieron que muchos de la antigüedad, y particularmente Aquiles, fueron confiados en su niñez al centauro Quirón para que los criara y educara bajo su disciplina. Esta alegoría no significa otra cosa sino que ellos tuvieron por preceptor a un maestro que era mitad bestia y mitad hombre; es decir, que un príncipe tiene necesidad de saber usar a un mismo tiempo de una y otra naturaleza.

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