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Domingo 03 de agosto de 2014

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Cultural El Duende

Erika J. Rivera

El aporte de Guillermo Francovich a la difícil formación de la identidad nacional

03 ago 2014

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Segunda y última parte

Retornando a Francovich, él escribe:

“[…] por mi propia iniciativa, había preparado yo un informe sobre todos los asuntos pendientes. Los más importantes eran la deuda del Brasil de diez millones de libras esterlinas establecida por el Tratado de Petrópolis y el interés del gobierno brasileño por la vinculación ferroviaria entre Corumbá y Santa Cruz, sobre las base del pago de esa deuda.

En mi calidad de Encargado de Negocios, yo había escrito reiteradamente a Bolivia sobre ambos asuntos, habiendo recibido siempre respuestas negativas, que llegaron a su concreción definitiva en una nota que debe figurar en el archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores en que se decía de modo terminante que la política de Bolivia estaba orientada en sentido de no permitir la construcción de ferrovías de la periferia al centro sino del centro a la periferia. Cuando el Canciller Finot pasó por Río de Janeiro, se limitó, como él mismo lo dijo, a escuchar las proposiciones brasileñas, sin tomar decisión alguna” (Francovich, 1974: 26-27).

Podemos apreciar que existía una inercia preponderante y contra ella es que empieza en 1938 pese a toda crítica y conflicto el inicio de las negociaciones, lo que Francovich denominó “La marcha hacia el este”. El tratado de vinculación ferroviaria determinaba la construcción de un ferrocarril desde Santa Cruz a un puerto de la región amazónica y por otro a Corumbá, comunicando el Atlántico y el Pacífico. También se autorizaba la realización de estudios y exportación del petróleo boliviano a través del territorio brasileño. Para Francovich esto representaba un cambio radical en la política internacional y en el destino de Bolivia. Él fue uno de los pocos pioneros que se percató tempranamente de la contribución del oriente boliviano al progreso del país. Estas ideas fueron ferozmente atacadas en su momento por evasión de nuestra pregunta fundamental, pero también por la oposición demagógica de quienes consideraban equivocadamente la preparación de un nuevo desmembramiento territorial. Eso me hace recuerdo a nuestro dicho: si haces algo hablan mal, si no haces algo, igual hablan mal. Entonces Francovich y los personajes del momento se jugaron su reputación, porque el nacionalismo revolucionario jamás reconoció sus esfuerzos. Por ello no puedo pasar por alto la difícil construcción de nuestra integración y por ello, de la bolivianidad.

En 1941 bajo la presidencia de Peñaranda nuestro autor se desempeñó como Subsecretario de la Cancillería. Intensificó sus acciones bajo la proyección continental a causa de la posición geográfica de Bolivia. Por lo tanto, sus funciones administrativas coadyuvaron a hacer realidad la vinculación ferroviaria de Santa Cruz con Buenos Aires.

Luego fue nombrado Ministro en Asunción y extendió la misma política con el Paraguay. En 1944 dejó la Legación. Francovich, también desempeñó funciones en el ámbito educativo desde 1944 hasta 1951. Fue Rector de la Universidad de Sucre. Finalmente, en 1951 fue designado Director del Centro Regional de la UNESCO en el Hemisferio Occidental con sede en la Habana.

III. LA FILOSOFÍA Y FRANCOVICH

En el ámbito filosófico, indiscutiblemente su personalidad y su pensamiento han sido motivo de estudio de parte de algunos filósofos, políticos y juristas bolivianos. Por ejemplo Jorge Leytón al referirse a Francovich escribe: “De gran espíritu público, no se le conoce filiación política, no pertenece a partido o grupo político alguno, su posición ideológica se adscribe a los postulados del liberalismo y por su atuendo familiar y social forma parte de la aristocracia chuquisaqueña. Escribe alrededor de 35 obras, que reflejan diferentes facetas de su vida en relación con el proceso de toma de conciencia de la realidad boliviana que se inicia en la década de los años treinta” (2008: 79). En el ámbito filosófico Francovich escribió Pascal, su filosofía, su concepto de la justicia en 1927; Toynbee, Heidegger y Whitehead en 1951; La Teoría del Hombre de Francisco Romero en 1960; Supay en 1939 y Pachamama en 1942. El filósofo español David García Bacca comentó en el Boletín del Centro de Estudios Filosóficos de México lo siguiente: “Francovich, con una intuición vital muy americana junta en una obra el esqueleto racional y el marco literario, ganando la exposición en nitidez, atractivo, riqueza para la verdad” (citado en: Leytón, 2008, 80). Leytón también nos dice que Francovich sintetizó hábilmente la senda recorrida por el pensamiento boliviano en las obras Filosofía en Bolivia escrita en 1945; El pensamiento universitario de Charcas de 1948; y El pensamiento boliviano en el siglo XX de 1956. Su aporte en torno al Brasil se encuentra en Filósofos Brasileños de 1943. Hasta la aparición de estos libros nada sistemático se había intentado en Bolivia y tampoco en el Brasil. Estas contribuciones representan el primer trabajo serio y perfectamente documentado que sobre los mismos temas se haya escrito (2008: 81).

Mansilla, quien conoció personalmente a Guillermo Francovich en Río de Janeiro en 1981-1983, lo retrata de la siguiente forma: “En contraposición a Costa du Rels era un hombre de pocas palabras y de emociones controladas. Le gustaba escuchar” (2009: 220). El interés de Mansilla por Francovich se inscribe en el intento de comprender los mecanismos de encubrimiento que son socialmente necesarios, aceptados y legitimados por los distintos grupos sociales. En esta incómoda labor de crítica ideológico-discursiva radica la temprana originalidad de Francovich y su contribución a esclarecer los cimientos, a veces encubiertos, de la identidad (o de las identidades) del país. Aquí reside el impulso para comprendernos a nosotros mismos y a nuestro presente. En Los mitos profundos de Bolivia, Francovich expresa que la consciencia colectiva boliviana es poco explorada. “Paralelamente a la historia de las ideas de tipo racional hay una historia de los mitos y las leyendas que a veces influyen más vigorosamente que aquellas en el acontecer socio-histórico” (Mansilla, 2009: 221). Por lo expuesto, es imposible dilucidar la filosofía de Francovich al margen de la escena política boliviana. Como bien lo expresó Mansilla, los que nos sentimos atraídos por las ideas y la filosofía política no debemos olvidarnos de:

“Confrontar los resultados de un régimen con sus propios principios programáticos, por ejemplo. Medir la praxis de los gobiernos y los intelectuales de acuerdo a sus ideas originales. Comparar los logros de un gobierno o de un sistema político con sus intenciones teóricas. Esclarecer los intereses irracionales, pero robustos y determinantes, que se hallan detrás o debajo de la retórica revolucionaria. Cuando están en la oposición, los dirigentes revolucionarios propagan el derecho a la resistencia y la libertad de consciencia, y luego cuando asumen el gobierno, sucumben a las seducciones y constricciones del poder (Mansilla, 2009: 223).

Para algunos la paradoja histórica continúa. Por esta situación es que para Mansilla cobró sentido reflexionar sobre Francovich y realizar un análisis crítico, intentando rescatar a este escritor boliviano del olvido y de la conciencia falsa sobre la realidad social. Es evidente que Francovich despertó, despierta y despertará interés en círculos intelectuales y políticos ya sea a favor o en contra, porque nos desenvolvemos entre tensiones que es nuestro deber analizarlas y elevarnos a la búsqueda de una superación constante. Lo importante es la motivación que genera Francovich para pensarnos y continuar construyendo la realización de nuestra historia, porque nosotros somos los artífices de nuestra realidad.

CONCLUSIONES

En primer lugar, hoy a 25 años de su muerte vale la pena conocer la vida de Francovich, porque significa recorrer casi un siglo de historia. Es un buen motivo no solo para conocer la historia solo por conocerla, sino que también podemos empezar a tomar conciencia de ella.

En segundo lugar, nos ayuda a contextualizar nuestros procesos de integración y consolidación de la bolivianidad en el ámbito nacional e internacional.

En tercer lugar, con Francovich reactualizamos los debates no resueltos en la arena política.

Finalmente, con la explicitación de las ideas de este autor y apropiándonos de sus experiencias podemos proyectar una política de Estado y sobre todo consolidar un proyecto de país que aún en la actualidad se encuentra en juego por las grandes contradicciones que llevamos en el seno de nuestra bolivianidad. Con fortalezas y debilidades, Francovich siempre será un motivo para pensarnos.

Fin

Para tus amigos: