Viernes 01 de agosto de 2014

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El teléfono celular, también conocido como móvil, tiene un uso exagerado, el cual va más allá de lo razonable, llegándose incluso al extremo de generarse una ‘movildependencia’ lindante con la actitud esquizofrénica de no poder estar un tiempo, aunque sea breve, sin ver y utilizar el mismo.
Hay dos extremos en esta incomprensible conducta humana: una, el uso excesivo del teléfono móvil, que deriva en una adicción enfermiza. En un análisis frío produce el embrutecimiento de la persona cuando está pegada al aparato desconectada totalmente de su entorno; y, dos, cuando se pierde el móvil, ya sea definitiva o temporalmente. En ambas situaciones se generan actitudes adictivas perjudiciales, obviamente para la persona, pero, como toda adicción, no es reconocida ni aceptada por quien la sufre.
En la Universidad de Génova (Italia) los sicólogos piden formalmente que se incluya como una patología, en el manual de diagnósticos de trastornos mentales, la ansiedad de no tener el móvil a disposición, lo que ha venido a denominarse ‘nomofobia’, que es un mal que está adquiriendo características de epidemia. La nomofobia es una fobia –que es el temor irracional compulsivo hacia algo o alguien- que pueden generar ataques de pánico en quienes la padecen.