En cumplimiento a los plazos establecidos, cinco pares de ciudadanos son cabeza de las fórmulas que participarán de las elecciones generales que se cumplirán el 12 de octubre próximo. A los binomios se añaden las listas de candidatos a senadores y diputados uni y plurinominales, entre los cuales el amplio electorado nacional deberá elegir a los mejores… bueno, es una manera de pensar, en un periodo democráticamente abierto para consultar la voluntad del pueblo.
Para los analistas políticos, que hay muchos, prevalece coincidentemente el criterio de que la oposición le hace un favor al oficialismo, pues los candidatos inscritos separadamente no disminuirán sustancialmente el porcentaje que se propone alcanzar el partido gobernante.
Se trata de candidaturas aisladas y protagonistas dispersos en el espectro político nacional, aunque con una posición de mayor aglutinamiento de fuerzas civiles en pos del poder, cambiando el esquema de pasadas elecciones en las que más de una decena eran los partidos contendientes en la justa electoral.
Los esfuerzos que se han realizado hasta poco antes del cierre de inscripciones de los partidos, muestran una vez más que prevalece entre nuestros políticos el afán presidencialista y una posición ególatra que echa por tierra las intenciones muy reducidas de los más idealistas de forjar un solo frente o alianza de la oposición que haga frente al oficialismo.
Una vez más el propósito inicial fue bueno, pero la práctica estructural en una operación que significaba ceder posiciones, deponiendo intereses, no pudo concretarse y los “tanteos” iniciales que alegraron a muchos y preocuparon a los primeros candidatos “oficiales” se diluyeron al no encontrar una fórmula expeditiva para satisfacer las ansiedades personales, frente a muy débiles argumentos de orden colectivo.
Ni frente amplio, ni alianza de unidad pudieron sobreponerse a expectativas de ciudadanos que tampoco pudieron ocultar sus inquietudes y deseos, muy lógicos por cierto, de jugar en un equipo que reconozca sus méritos y les otorgue el puesto deseado. Hubo desbande de militantes ante los primeros acuerdos partidarios y la conformación de candidatos. Una muestra de la poca solidez ideológicamente planteada para enfrentar las alternativas del juego electoral.
Propiamente el panorama electoral está definido con cinco fuerzas que se enfrentarán entre sí, una con mayor ventaja sobre sus oponentes que sin embargo prometen sorpresas en función a la presentación de sus programas de gobierno, dicen con innovaciones, que por su factibilidad operativa pueden tentar a un electorado ya cansado de las mismas ofertas, que son incumplidas mientras persisten las dificultades para una gran mayoría ciudadana que más allá de comprender el movimiento político está preocupada en salvar la necesidad de sobrevivencia personal y familiar.
Las reglas de juego están dispuestas, el Tribunal Supremo Electoral (TSE) las hará cumplir, de acuerdo con el reglamento de faltas y sanciones aprobado por el Órgano Electoral que dispone multas a los partidos infractores a una de las 13 prohibiciones de la Ley 026 del Régimen Electoral.
La ciudadanía sólo espera que se desate la campaña en sí, para evaluar los programas políticos y asumir decisiones en función a las mejores ofertas, claro está más allá de las decisiones por consigna partidaria o ideológica, que sólo responderán a un patrón predeterminado que no variará circunstancialmente, salvo la habilidad programática en una campaña corta, que seguramente será de intensa competencia, ojalá con armas nobles y con respeto al electorado.
Fuente: LA PATRIA
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