Aunque la estadística no es absolutamente clara, por diversos factores que están íntimamente relacionados con el rubro laboral que se practica en el país según el ministro laboral, la tasa de desempleo en lo que va del año es de sólo 3,2%, aunque el Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (Cedla) señala que el índice de desempleo al final del año 2013 fue de un 8%.
La autoridad laboral enfatiza que con relación a gestiones pasadas se ha reducido significativamente el porcentaje de desocupados en el país, lo que demuestra la habilitación de más fuentes laborales, aunque las mismas no estén consideradas en el rango de la sostenibilidad deseada.
Hay departamentos del país en que realmente se incrementaron las fuentes de empleo gracias al establecimiento de nuevas industrias o el crecimiento de otras que recibieron estímulos financieros para ampliar sus operaciones pero el hecho es relativo, pues en otros distritos por efecto de la competencia desleal del contrabando, como ejemplo concreto, se han cerrado medianas y pequeñas industrias ocasionando desempleo, por lo menos temporalmente.
Hablando del contrabando esa ilícita actividad promueve una actividad de doble efecto pernicioso, por una parte fomenta el crecimiento del comercio informal y por otra admite de manera sui generis una abierta evasión de impuestos al permitir actividades irregulares, que insumen buena cantidad de la mano de obra desocupada.
El sector informal ha crecido de manera descomunal, de centenares ha pasado a miles de ciudadanos, hombres y mujeres en todos los distritos, más en unos que en otros, igualmente al margen de las leyes, pero increíblemente con un punto a su favor que es su sostenibilidad irregular, a cambio de un proceso de relativa tranquilidad “social”. Son trabajadores pasivos aunque esperando la oportunidad de “reconvenir” su tarea ilegal por una fuente de empleo segura.
Según las autoridades se ha reducido el desempleo en el país, hay más trabajo, pero hay necesidad de mejorar la calidad del empleo con más fuentes permanentes, con salario digno, con equidad de género y protección social, lo que disminuiría paulatinamente el negocio de la informalidad.
Un avance fundamental en la misión de mejorar la calidad de empleo, tiene que ser la capacitación de las nuevas generaciones, la de los jóvenes que pueden prepararse para enfrentar el proceso de incorporación al aparato productivo nacional, pero en condiciones favorables a las expectativas de un crecimiento tecnológico, acorde con la creación de nuevas fuentes muy necesarias en la perspectiva del desarrollo nacional.
Entidades del empresariado privado por un lado y programas establecidos por organismos sociales gubernamentales y la promoción de universidades privadas y algunas públicas configuran una apertura especial para cambiar la negativa figura de crear profesionales que no tienen ocupación por la saturación del mercado en ciertas carreras, obligando a ese contingente a trabajos informales. Ahora se prioriza el requerimiento de técnicos.
La única manera de mejorar la calidad del empleo está en tomar decisiones de alto nivel en el poder Ejecutivo, incentivando nuevos emprendimientos productivos que se traduzcan en fuentes de empleo y promoviendo de manera abierta la capacitación de la nueva fuerza laboral boliviana de acuerdo a las necesidades de las inversiones que hagan posible fomentar la creación de empleos dignos y permanentes.
Hablar de más y mejor empleo tiene que ser una meta factible de cumplir en cualquier alternativa política del tiempo electoral.
Fuente: LA PATRIA
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