Viernes 18 de julio de 2014
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A medida que se acercaba la hora para presentar la lista de candidatos a diputados y senadores para las elecciones de octubre, aparecían los infiltrados al oficialismo, desde los lugares menos pensados. En ese momento nadie habló, ni siquiera pensó, en ideologías y de planes de gobierno, sólo se trataba de política pragmática, para sacarle beneficios personales a una coyuntura electoral.
De ser acérrimos enemigos del partido en función de gobierno, o críticos de su forma de gobernar; muchos, perseguidos y a punto de ser encarcelados y otros silenciosos “opositores” esperando la hora de emerger desde sus cenizas ideológicas para apoyar al ganador: “si no puedes con el enemigo, únete a él”, se convirtieron en candidatos.
Y así fue. Dirigentes cívicos que utilizaron su posición de representantes de la población para aprovechar aparecer como útiles personajes en las listas oficialistas. Alcaldes que alguna vez fueron parte de la oposición, no sintieron ni el menor arrepentimiento por defraudar el voto ciudadano que los eligió para dirigir una alcaldía, no para aprovecharse de su posición traicionando el sentir de sus electores que votó por un candidato opositor. Y cómo no, concejales de la oposición, también hicieron sesudos análisis, para emerger como as bajo la manga del MAS.