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Viernes 18 de julio de 2014

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Perspectiva Minera

Falta mucho por hacer en materia minera

18 jul 2014

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Son muchas las cosas que faltan hacer para que la minería se encamine hacia el cumplimiento de objetivos más concretos y prácticos, recuperando lo que fue en los buenos periodos de explotación de la riqueza mineral que nos permitió a los bolivianos, empujar el carro del desarrollo.

Antes de los hidrocarburos y el auge del gas, la minería ha sido el sostén de la economía nacional y se da el caso que con muy reducidos elementos técnicos y limitados financiamientos, este sector productivo nacional, generó las divisas suficientes para establecer los polos de desarrollo que ahora muy definidos en la geografía boliviana, son parte del pujante avance hacia el progreso.

La minería casi tradicional de los buenos años, explotó las mejores vetas en los socavones de las minas de Potosí, empezando por el Cerro Rico, las de Siglo XX, el ingenio de Catavi, el estaño del coloso Posokoni de Huanuni, la mina de Colquiri, o el centro minero de San José, sólo por mencionar algunas de las que aún, siguen siendo productoras de concentrados para exportación y para alimentar la Fundición de Vinto, complejo que requerirá de mayor cantidad de materia prima una vez que funcione el famoso horno Ausmelt.

La dotación de minerales para el elefante blanco de Karachipampa está asegurada, con la producción de la mina San Cristóbal, pero sucede que tras muchos intentos e iguales frustraciones, todavía no hay producción que apilada en lingotes esté dispuesta a transponer fronteras y llegar a mercados externos donde es alto su requerimiento.

El caso del hierro del Mutún, la paradoja de tener un gigante yacimiento y no poder explotarlo para insuflar dólares a la economía boliviana. Vendemos el hierro, pero resulta una muestra del potencial existente. Se hacen nuevas inversiones, de magnitud, pero no se ha definido todavía la estrategia ideal para explotar el yacimiento del Mutún y avanzar hacia su industrialización, de manera que vendamos acero o por lo menos fierro procesado para diversos usos empezando por cubrir la demanda interna del pujante sector de la construcción.

Varios experimentos se realizan aún en plantas o laboratorios del Salar de Uyuni, donde las salmueras que contienen el fabuloso litio y otros elementos de alta demanda siguen en fase de prueba para lograr un producto óptimo que mueva la ingente reserva de materia prima considerada una de las más importantes del mundo. Inversiones se han hecho y con seguridad que se necesitará mucho más financiamiento, probablemente con la inclusión de socios estratégicos que han mostrado interés en el gran negocio del litio. Faltan decisiones técnicas y económicamente viables para que este proyecto, considerado el más importante de la minería boliviana, empiece a funcionar de manera elemental, productivamente hablando, para entrar en el círculo externo del gran negocio mundial de litio, compitiendo con los vecinos de Chile y la Argentina que tienen andado más camino que nosotros en esa materia.

Lo señalado es lo que diariamente comentan los entendidos en materia de explotación minera, mostrando preocupación por la permanente demora en estructurar y aplicar una política productiva minera que responda a una estrategia planificada profesionalmente, con todos los elementos necesarios para su desarrollo sostenible.

Hay que cambiar el cuadro presente de una minería sin nuevos hallazgos significativos como dicen los mineros tradicionales, escarbando en los socavones las últimas reservas mineralizadas, eso significa que salvando por el “Milagro Divino” por lo menos dos minas del Estado siguen produciendo y aunque sus trabajadores auguran muchos años de vida, lo evidente es que todo llega a su fin, especialmente en el tiempo presente con una intensiva explotación de los yacimientos.

Para evitar el colapso de esa minería maravillosa hay que preparar la nueva estructura del sistema, propendiendo de inmediato a un plan masivo de prospección y explotación de nuevos yacimientos para determinar su potencial y establecer el tipo de operaciones que se necesiten en cada caso para que los proyectos sean factibles, tengan el necesario financiamiento que implica su emprendimiento y respondan a las expectativas de generar fuentes de empleo seguro y un aceptable margen de utilidades que permitan reinversiones para el crecimiento de la minería en su nuevo contexto.

Hace falta que estos planes sean sustentados con normas claras, con medidas aplicadas por el Ejecutivo en función de impulsar la minería, hacerla atractiva a las inversiones, competir con los países vecinos y progresar en esa misma dimensión, trabajando los yacimientos de recursos naturales, incorporando nueva tecnología y apuntando a la industrialización de nuestras materias primas, como el punto más alto de una verdadera “reactivación minera”.

Falta definir la escala tributaria de la minería boliviana, tarea que ha tomado a su cargo el Ministerio de Finanzas, considerando que el sistema de impuestos debe pasar por esa alternativa aunque se trate de un rubro específico y de orden sectorial técnicamente especializado y no de aplicación expresamente “recaudatoria” y con destino de orden general para fines de atención a las necesidades globales de la comunidad. Los impuestos mineros se distribuyen entre gobernaciones, municipios y específicamente las localidades donde se producen los hechos mineros. Una buena parte recupera el Estado y a partir de una nueva visión utilitaria, esos impuestos tendrían que servir para fortalecer al sistema hasta que se encuentre en la bonanza distributiva, como sucede ya con el rubro de los hidrocarburos, caso del IDH, que beneficia de manera proporcional a todos los distritos. La minería produjo ganancias de ese tipo años tras, merece recuperarse ahora para volver a ser parte importante de la bonanza nacional.

Para cristalizar ese objetivo es imperiosa la reglamentación de la Ley de Minería que aclare muchas dudas existentes, especialmente sobre el tema de seguridad en inversiones, que ciertas declaraciones no se conviertan en trabas para desarrollar proyectos, que algunas medidas no ahuyenten a inversionistas y tampoco eliminen la oportunidad de incorporar tecnología de punta a un proceso que necesita ser revitalizado plenamente.

Este año se torna crítico en la perspectiva inmediata, primero que se trata de un año electoral y aunque se cumplió el objetivo de aprobar la ley para favorecer una inquietud del sector cooperativista, es posible que no avance más en su complementación en los siguientes meses que estarán saturados con las campañas electoralistas.

Queda la esperanza de que se cumplan por lo menos los cronogramas ya fijados para que funcionen dos hornos el Ausmelt de Vinto y el Kivcet de Karachipampa, aparte que se consolide el proyecto de extracción de hierro en El Mutún y que se pase de la experimentación a la concreción del proyecto del litio en los famosos reservorios de los salares de Uyuni y Coipasa.

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