Miercoles 16 de julio de 2014

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Hay situaciones coyunturales en lo económico que se han presentado en nuestro país en los últimos sesenta años: dos extremos como son contar con mucho dinero para las labores gubernamentales o, por el contrario, no contar más que con lo imprescindible para atender las diversas urgencias y necesidades.
La “revolución” de abril de 1952 encontró al país con escasos recursos, consecuentemente, el gobierno del MNR tuvo que hacer ciertos “malabarismos” para cubrir necesidades muchas veces perentorias y, si a ello se agregan los cuadros de corrupción que surgieron porque “el partido” reclamaba su “parte de la torta”, el problema adquirió proporciones trágicas hasta el extremo de reducir la producción de alimentos y hasta importar papas de Holanda (pudiendo hacerlo del Perú o Argentina a precios mucho más bajos) no sólo para cubrir la demanda del mercado sino satisfacer las exigencias de la “célula de importadores del MNR que demandaba, como en todo, su participación”.
Los procesos inflacionarios, hasta llegar al hiperinflacionario, superado con el decreto 21060 el año 1985, se han sucedido en forma radical y, si no se agilitaba la economía con las medidas dictadas el 29 de agosto de 1985, la hiperinflación nos hubiese llevado al colapso total; lamentablemente, no se pudo aplicar el decreto en toda su amplitud porque muchos de los propósitos expuestos en esa medida legal no se llevaron a cabo. De todos modos, frenar la hiperinflación y, además, cambiar de políticas por parte del MNR rectificando siquiera parte de sus errores pasados, fue lo positivo.