Sábado 12 de julio de 2014

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Revista Tu Espacio
Interesante - Insólito - Increíble
La obsesión por la belleza lo convirtió en un monstruo
12 jul 2014
Laura Pagliaro
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La belleza puede costar muy cara. Ahora bien, en esta historia conocerás cómo a Hugo Hernández la obsesión por ser el más bello de la colonia lo dejó totalmente deformado.
Es una historia triste que termina con un rostro monstruoso. Era un joven guapo, que al paso de los años tomó decisiones que terminaron con su apariencia, con su autoestima y lo volvieron prácticamente un alcohólico.
Estilista de profesión en Nuevo León, México, Hugo pasaba horas enteras frente al espejo y las ganas de verse cada día más guapo comenzaron a llenarlo de ideas en cómo mejorar.
Se operó la nariz, los labios, las cejas, las orejas y el cuello. Y no contento con los “toquecitos” como él mismo les llama en una entrevista con Excelsior, decidió hacer caso del peor consejo de su vida: inyectarse aceite de bebé en el rostro.
“Aprovechaba mi rostro, ya que en la peluquería ganaba buen dinero, fue así que me dijeron que me inyectarían tal cosa, y vine descubriendo que era aceite de bebé”.