Barack Obama y la continuación de la política del gendarme mundial
09 jul 2014
Por: Adhemar Ávalos Ortiz
En un anterior artículo sobre Barack Obama (LA PATRIA: 03 de diciembre de 2008), el autor señaló: “Sin embargo, hay algo que debe quedar bien claro a partir del análisis de la forma y esencia de gobernar de los partidos Republicano y Demócrata en los Estados Unidos: sus diferencias no son significativas y sus particularidades descansan en aspectos muy sutiles que pasan exclusivamente por el carácter de las personas y por líneas programáticas que suavizan o endurecen el tratamiento de determinados temas de política interna o exterior sin cambiar su contenido fundamental”. Esta afirmación de carácter provisional quedó validada en la práctica. El actual Presidente norteamericano ya depreció su imagen de defensor de los derechos humanos de los pueblos y su desprecio por lo que hizo su país a través de su complejo militar-industrial durante toda su existencia quedó en el vacío.
Prometió cerrar el Penal de Guantánamo y no cumplió, se lució con discursos sobre la ayuda a los inmigrantes y su largo padecer continúa, habló de mejorar las relaciones con otros países ayer enemigos de Estados Unidos y las empeoró. Y no se trata de que sea una persona muy inteligente, quizás el más brillante orador de la historia del país del Norte, simplemente hay que verlo en la inmediatez de sus recursos histriónicos, en la imposibilidad práctica de realizar sus supuestas buenas intenciones. En la política real, éstas son irrelevantes, lo que manda es el poder, él no lo tiene y tampoco lo tendrá.
En realidad, fueron ingenuas las esperanzas en un cambio de orientación del Gobierno norteamericano. No están dadas las condiciones internas y un cambio sensible solamente podría ser posible a partir de una transformación profunda de las relaciones internacionales, a partir de la consolidación de un mundo multipolar y la generación de contrapesos de poder que hagan imposible a los dueños de Estados Unidos seguir comportándose como hasta hoy. Pero, adicionalmente, hay factores que pueden facilitar las cosas: las crisis estadounidenses, especialmente la del 2008 y la actual que se inició el 2012, caracterizadas por un grave conflicto en lo político, lo económico, lo social y lo humano (principios y valores), han generado un incremento constante de malestar general interno e internacional.
Las debilidades de Obama, seriamente cuestionado por su política exterior e interna, quien no emplea medidas acertadas para resolver los graves problemas existentes, se manifiestan en el manejo infraestructural erróneo que ha conducido a una crítica situación económica, llevando a que el nivel de pobres aumente a cerca del 15% de la población y con la mayor contracción del PIB en los últimos 5 años cayendo un 2,9% en el primer trimestre de 2014, cuyas previsiones negativas han sido superadas ampliamente, ya que, según especialistas, se podría provocar probablemente en el 2015 una explosión inflacionaria.
Respecto al control de la información e incremento de comunicación crítica y conciencia de la realidad, la forma en que se han manejado los medios y la desmedida acción estatal para limitar el encuentro con la verdad ha provocado que se haya mentido a la gente y se continúen falseando los hechos. Así lo demuestran los procesos de persecución a expertos informáticos que han desnudado las confabulaciones de agencias norteamericanas como la NAS (Agencia Nacional de Seguridad), la CIA (Central de Inteligencia Americana) y el FBI (Buró Federal de Investigaciones), entre otras, para espiar a ciudadanos estadounidenses, gobernantes y ciudadanos extranjeros.
No sabemos cuáles en realidad fueron las verdaderas intenciones de Obama al empezar su gobierno el 2009, pero los hechos certifican que, más por las expectativas que se tenían, ha pasado a formar parte de la bolsa de presidentes incompetentes y mentirosos y sus crímenes contra Irak, Libia y Siria no quedarán impunes en el libro crítico de la historia y los poco más de 2 años que le quedan para gobernar no cambiarán la situación, y no es por animadversión que se formula esta sentencia, sino por simple y puro realismo crítico.
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