Si hay algo que debe ser analizado en diferentes instancias y con la mayoría de los protagonistas que serán parte de un trascendental cambio social, hay que hablar del nuevo Código Laboral cuyo texto merece un tratamiento especial.
Se trata de establecer las mejores condiciones posibles para una armoniosa relación futura entre los trabajadores, los empresarios y esos dos segmentos de la sociedad con el Gobierno, de tal suerte que producción y fuentes de empleo sean compatibles para hacer posible el ideal de vivir en condiciones satisfactorias y con salarios dignos.
Por lo menos de momento existe predisposición para debatir abiertamente el texto del código en proyecto de forma tal que funcionarios de gobierno puedan “socializar” su planteamiento y lo hagan junto a representantes empresariales y del sector de los trabajadores. Todos con las mismas prerrogativas y derechos.
En el tiempo actual con una serie de alternativas, inclusive de nueva tecnología, parecería que estamos más próximos a deshumanizar la sociedad, es decir el conjunto de normas que aún permiten a unos y otros actuar en consecuencia defendiendo condicionamientos propios que merecen ser modificados para encontrar un equilibrio que genere mutuo respeto e iguales responsabilidades.
Mucho se habla de “injusticia social”, pero no se menciona que tal fenómeno es el resultado de la carencia de normatividad ajustada a la realidad de los que invierten para crear fuentes de empleo y de quienes las ocupan para satisfacer sus propias necesidades, que son aquellas que debería impulsar en todo caso el mismísimo Gobierno pero consensuando criterios, de manera que los que invierten creando empleos y los que hacen posible el factor productivo reciban un proporcional beneficio, equitativo y justo.
Encontrar la panacea socialista puede ser el objetivo, el cambio difícilmente se dará de la noche a la mañana, pero no es imposible encontrar una sociedad en la que se conviva en paz sin confrontaciones, sin posiciones racistas o en la que persistan los recuerdos de un pasado oprobioso, hay que pensar en un cambio que se aproxime al socialismo ideal, aquel que prioriza el bienestar colectivo sin discriminaciones de ninguna especie y que sólo puede ser posible en la medida que el pueblo en sus diferentes estamentos dialogue de igual a igual con un gobierno democráticamente respaldado, respetado y no temido.
La posibilidad de que el funcionamiento futuro del nuevo Código Laboral sea analizado entre las partes es un buen síntoma para que este y otros temas puedan alcanzar consenso a través de diálogo y concertación.
Inicialmente hay un buen criterio entre los empresarios para tratar el caso junto a los trabajadores, dependerá en adelante de la posición gubernamental para que se haga posible la vigencia de un “pacto de responsabilidad compartida”.
Hay que pensar principalmente en un Código que priorice la vigencia de las fuentes de empleo a través de garantías en inversiones que además impulsen el sistema productivo sin cortapisas ni “trampas tributarias” para que la compensación económica sea justa al esfuerzo laboral y la expectativa empresarial.
Fuente: LA PATRIA
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