Jueves 26 de junio de 2014
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Cuando se acerca o pasa el 24 de junio, San Juan, el tema obligado entre quienes se ocupan de temas del medio ambiente es el encendido de fogatas, que por las prohibiciones de los años recientes ha disminuido considerablemente, pese a que existen casos en los que la costumbre puede más que las normas.
Un detalle que quizás no toman en cuenta las autoridades llamadas por ley a controlar este aspecto, del encendido de fogatas y juegos pirotécnicos, es que se controla muy bien en las ciudades capitales de los diferentes departamentos, pero se olvidan de la periferia y de los municipios rurales que se hallan alrededor de las ciudades, donde se mantiene la tradición, más que por el aspecto ritual por proteger sus plantaciones de las heladas.
Si bien es cierto que en el campo no se quema, en la mayoría de los casos, elementos nocivos como llantas, plásticos, que emiten gases tóxicos, también es verdad que el hecho de quemar ya entra en la categoría de contaminación.
El humo no sólo es dañino porque contribuye a la destrucción de la capa de ozono y a que se acentúe el efecto invernadero con sus lógicas consecuencias, sino que también afecta a la salud de las personas y animales que habitan el planeta, directa o indirectamente.
Fuente: LA PATRIA