Por lo menos no la han tildado todavía de “ley maldita”, como en su momento la calificaron a la signada con el numeral 1565. Estamos hablando de la reforma educativa “Avelino Siñani – Elizardo Pérez”. La Iglesia Católica, a través de su delegada episcopal, acaba de pronunciarse en favor de ella. Dizque en su jurisdicción ya la están aplicando, porque la consideran buena. Esta es una de las conclusiones del II encuentro nacional de educadores católicos recientemente realizado en Cochabamba.
Tal vez por el tráfago electoral, dicho manifiesto aún no ha tenido mayor repercusión, que debería tenerla. El “compromiso y apoyo” a la implementación de la ley 070 es significativo en este momento; es una especie de salvavidas en el naufragio. Desde luego, no debe ser una adhesión solapada al oficialismo, pero parece; ya debe estar corriendo por los medios masivos como propaganda. Unos datos ilustran la magnitud de la población escolar involucrada: “La Iglesia maneja – dice la delegada – 1015 establecimientos con más de 100.000 alumnos en el departamento”. No es poco.
La tal ley, como se recordará, teñida ostensiblemente por el indigenismo anacrónico, ha sido objeto de dura crítica. Mediante sus sindicatos, los maestros la han desahuciado de plano. Por lo tanto, no deben estar aplicando. La de 1994 no les gustó tampoco; son muy exigentes los caudillos. Entonces, ¿qué reforma estará en las aulas? Ninguna. Estamos a la deriva. Parece que es mejor no ir a ninguna parte; así no se da cuenta de nada a nadie. La rutina se hace cargo de la vida.
Sin embargo, ahí está la otra posición. ¿A quién seguimos? ¿Los sindicatos o los “católicos” tienen la razón? Esto es lo que hay que ver despacio, para no equivocarse; aunque las dudas ensanchadas son lecciones a la vista. Los antecedentes también enseñan. Al parecer, para los educadores en cuestión no hay reforma mala. Algunos voceros de Andecop, al que están afiliados varios colegios católicos privados, dijeron en aquellos años que la de 1994 era igual de buena. Pero cuando se decretó su fracaso, sin justificativo racional, nadie la defendió. Hay silencios que llaman la atención.
La decisión de apoyar no es mala, puede ser la expresión honesta de una convicción; pero para que no sea como levantar la mano en el Legislativo, debería respaldarse con argumentos razonados y con datos recogidos de una investigación. Los funcionarios del Ministerio del ramo no supieron hacerlo. Las generalizaciones ambiguas o la palabra contra la palabra, no tienen ninguna utilidad. Para saber a qué atenerse es preciso que alguien, alguna institución seria, pueda explicar los cambios que se vienen operando en las diferentes áreas y niveles. Por supuesto que a la Comisión Episcopal de la Iglesia Católica le correspondería también, por varias razones; pero principalmente por su compromiso con los niños y jóvenes que confían en su esfuerzo y su responsabilidad institucional.
(*) El autor es escritor, miembro del PEN Bolivia
Para tus amigos:
¡Oferta!
Solicita tu membresía Premium y disfruta estos beneficios adicionales:
- Edición diaria disponible desde las 5:00 am.
- Periódico del día en PDF descargable.
- Fotografías en alta resolución.
- Acceso a ediciones pasadas digitales desde 2010.