En cada cultura existe un sentido del tiempo. Así, para los aymaras el tiempo se representa no como algo lineal y ascendente como se conoce en la cultura occidental. Sino más bien, como algo cíclico que siempre retorna (kuti). Tal como vuelve la temporada de siembra y la producción.
Si bien ha terminado un tiempo. Pero se inicia uno nuevo. Por eso que para los aymaras, el mes de junio es considerado como el momento de culminación en las actividades. Mas que todo está relacionado con el ciclo agrícola. Siendo así, que en las comunidades por estas fechas toda la producción ya sido recogida y “almacenada”. Con lo que se puede decir que ha concluido el año agrícola.
Por otro lado esta fecha tiene que ver también con el solsticio de invierno. Siendo así, que el 21 de junio cuando el sol (Tata Inti) se encuentra más alejado de la tierra. Por ello que es considerado como la noche más fría del año. De ahí que en las comunidades del occidente de Oruro por estas fechas, se suele decir que con el frio gélido en las noches, hasta las piedras revientan (kala t`aqaya) y las vicuñas gritan (wari q`asaya).
Más esta fecha para los aymaras marca el inicio del Machaq Mara (año nuevo) o Willka Kuti (retorno del Sol) hacia la tierra. Por lo que noche antes o en las primeras horas de la madrugada las personas se concentran en lugares predeterminados. Mismos que son considerados en la cultura aymara como los sitios sagrados. Donde reciben los primeros rayos del Sol, que revitalizan las energías que dan vida en la tierra. Todo esto acompañado de un phuqhancha (cumplimiento del rito) a los seres supremos del espacio. En un sentido de interrelación cósmico y telúrica. De reciprocidad, agradecimiento y armonía con la Madre Tierra y el Cosmos. Momento que es considerado también como el de transición a otro ciclo, lo que implica a su vez una renovación y cambio. Donde cabe hacer también la evaluación del año que culmina. Tanto en lo productivo como en lo social, siempre en aras de que el año que se inicia sea de mucha bendición para todos.
Antiguamente se dice que en las comunidades, en estas fechas se cambiaban y se posesionaban a las autoridades originarias. El mismo que con la colonización ha sido “cooptada” y asimilada al calendario gregoriano (convencional) que se inicia el 1ro. de enero y termina el 31 de diciembre. Más sin embargo en los últimos años existe la premisa por la reivindicación de los valores ancestrales. Así, por ejemplo las autoridades del Consejo Occidental de Ayllus de Jach`a Carangas en estas fechas llevan a cabo su Jach`a Tantachawi (congreso grande) donde eligen y consagran a sus autoridades, como una forma también de recobrar y restituir la celebración del Machaq Mara.
Si bien no contamos con datos precisos, acerca desde cuando se realizan las celebraciones del año nuevo aymara. Pero podemos inferir que esto data desde tiempos prehispánicos con las antiguas culturas y prohibidas durante el periodo colonial como sostiene Marina Ari: “Una de las fechas de celebración religiosa aymara mas perseguidas fue justamente el Machaq Mara, (…). Esta fiesta fue prohibida y perseguida, y por su persistencia el colonialismo intento apropiarla;…” (2004: 19) “suplantándola” por la festividad de San Juan.
Ya después de mucho tiempo. A fines de la década de los 70 del siglo pasado. Y, a iniciativa de un “grupo de activistas aymaras” inspirados por la ideología katarista y con el propósito de revalorizar y reafirmar la identidad del pueblo aymara es que “deciden” retomar las celebraciones del Machaq Mara en el pueblo histórico de Tiwanaku. El mismo que con el transcurrir de los años fue tomando mayor importancia y actualmente se constituye en uno de los centros ceremoniales más importantes donde se realiza esta celebración.
(*) Es Antropólogo e Investigador
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