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Jueves 19 de junio de 2014

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Ecológico Kiswara

Infanticidio en el reino animal

19 jun 2014

Fuente: Ojo Científico.

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El infanticidio o asesinato de los más jóvenes, en muchos casos bebés, es una conducta que está bastante extendida en el reino animal. Por muy cruel que pueda parecernos desde nuestra perspectiva humana, este fenómeno tiene explicaciones que en la mayoría de las ocasiones están estrechamente relacionadas con la propia supervivencia de las especies que lo practican, y por tanto, la interpretación del hecho en sí debe ser matizada y no atribuirse a una supuesta maldad del animal.

En la naturaleza, el infanticidio ha sido documentado en multitud de especies de los más diversos grupos zoológicos, como los insectos, los peces, los anfibios, los reptiles, las aves y por supuesto, los mamíferos. En muchos de estos casos, los padres u otros individuos de la misma especie no solo se limitan a matar a los pequeños, sino que también los devoran completos o en parte.

Cuando se trata de los propios padres los que hacen esto último, esto suele estar relacionado con la presencia de malformaciones u otras enfermedades que poseen las crías que impedirán que estas se desarrollen satisfactoriamente, y que incluso más temprano que tarde las llevará a la muerte. Por lo tanto, en una naturaleza tan competitiva y dura, no vale la pena malgastar recursos en criar a estos pequeños que no podrán continuar el linaje, por lo que la madre se encarga de liquidarlos poco después de nacer.

Esto también puede ocurrir cuando, aunque los bebés estén bien sanos, la falta de recursos alimenticios ponga en peligro la vida de la madre o de toda la camada. En tal caso, muchas especies como los osos o los perros salvajes, suelen comerse a toda o parte de sus hijos, así garantizan recuperar energía para sacar adelante al resto de las crías e incluso sí mismas.

Otros casos de infanticidios en el reino animal muy documentados ocurren cuando los machos dominantes matan a las crías que no son suyas cuando asumen el control de las manadas. Esto está documentado en varias especies de primates, aunque el caso más clásico es el de los leones.

Una manada de leones normalmente está regida por uno o dos machos dominantes, los cuales se aparean con las hembras siendo los padres de toda la descendencia. Sin embargo, si otros machos expulsan a los primeros, matarán a todos los cachorros ajenos, en particular los que aún están siendo amamantados. Así garantizarán que las leonas caigan rápidamente en celo y se asegurarán de que serán sus propios genes y no otros los que sobrevivirán y los que defenderán fieramente de ser necesario.

Una conducta similar es llevada a cabo por el delfín mular macho, el cual es capaz de recordar con qué hembra se ha apareado y con cual no. Así, si uno ve a una hembra con la que no lo ha hecho y esta tiene una cría de la cual obviamente él no es el padre, intentará por todos los medios separarlas y luego lesionar gravemente o matar a la cría con un fuerte golpe o lanzándola por los aires. Si la cría muere, la madre estará fértil en un par de meses a lo sumo; si no, el macho deberá esperar entre 3 y 4 años para que la hembra vuelva a ser receptiva.

EL CASO SINGULAR

DE LOS BONOBOS

Los bonobos machos son de los pocos entre los simios que no acostumbran a matar a los bebés de otros machos. Según los expertos, esto se debe probablemente a que en estas sociedades son las hembras las dominantes, por lo que es muy riesgoso para ellos atacar a los más jóvenes.

Por otro lado, los bonobos son famosos por aparearse continuamente con todos los miembros de su comunidad, por lo que para un macho será prácticamente imposible reconocer qué pequeños son suyos y cuáles no, así que el infanticidio pierde aquí su sentido totalmente.

Fuente: Ojo Científico.
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