En ocho años de gobierno del Movimiento al Socialismo, han sido aplicadas medidas no siempre convenientes al país y ello ha determinado que se vivan situaciones no esperadas. En principio, año 2006, se pensó que se dejaron para el recuerdo del pasado, políticas contrarias a todo lo que signifique mala administración e irresponsabilidad con los asuntos del Estado; como intenciones, muy buenas del régimen; pero, como realizaciones, una verdad del día a día porque se ha vivido lo que más había condenado de todo lo pasado.
Hoy, a poco de ingresar en un nuevo proceso de elecciones, el pueblo se pregunta: ¿Continuarán las políticas que nos posterguen? ¿Habrá efectivamente cambios en quienes deben cambiar conductas en bien del país? ¿Se desterrarán los odios y rencores en que se ven “fantasmas” irreconciliables en todos los grupos políticos? ¿Se dejará de lado la soberbia y la petulancia que le han hecho tanto daño al propio régimen? ¿Sería posible encarar, conscientemente, la realidad nacional al calor de lo bueno hecho y de lo malo que es urgente rectificar?.
El gobierno, pese a sus muchos tropiezos, dio pasos positivos pero no siempre precisos a favor del pueblo: por ejemplo, manejar displicentemente la economía con políticas dispendiosas que le hacen mucho daño al país y al propio régimen. Ha nacionalizado empresas y las consecuencias las debe sufrir y pagar el país; ha dejado principios elementales de sana administración y ha preferido hacerlo todo al calor del momento preciso y determinado que requerían circunstancias sólo favorables “al partido”; en fin, hay aciertos y errores; pero, al calor del sincero y honesto reconocimiento de todo, ¿no sería posible encarar políticas que permitan rectificaciones y, en lo positivo, mejoras sustanciales?
Pese a todo lo que siente y piensa el régimen del MAS, los medios de comunicación y los periodistas, no somos enemigos del gobierno; al contrario: al dar informaciones sobre todo lo que hace y dispone, al analizar todo ello, al criticar los malos pasos y los hechos contrarios al país y al mismo gobierno, lo apoyamos, lo respetamos y consideramos. Hacer lo contrario ignorando todo lo que hace sería combatirlo, negarlo, obstruir todo lo que haga. Los medios de comunicación y los periodistas son los mejores y más sensibles con lo que ocurre en el país y no pueden, por ello mismo, no mostrar a las autoridades sus yerros porque ello determina, más temprano que tarde, perjuicio general. Susceptibilizarse con los medios y los periodistas no sólo atenta contra la libertad de expresión; es, en sumo grado atentar contra la libertad de pensamiento de la que proviene la libre expresión y va, por igual, contra el Estado que es el país hecho pueblo y contra el mismo gobierno. Será preciso, pues, ver los hechos y sus consecuencias, con altura y sinceridad, sin conveniencias ni egoísmos.
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