A partir del 13 de este mes, fiesta de San Antonio de Padua, en la diócesis de Oruro estamos celebrando el “Congreso Eucarístico Diocesano” como paso previo al V Congreso Eucarístico Nacional que se verificará en Tarija en julio 2015.
Es muy llamativo el rol protagónico que desempeñaron los fieles laicos en los orígenes de los Congresos Eucarísticos. Émile Tamisier inspirada por san Pedro Julián Eymard, dedicó su vida a la promoción de la devoción eucarística, primero con peregrinaciones y posteriormente en congresos diocesanos, regionales o internacionales.
Aún recuerda vivamente mi mamá el feliz día de su Primera Comunión en el fervoroso Congreso Eucarístico Diocesano de Oruro en 1943, cuando en conmemoración de tal acontecimiento de fe católica, quedó instalada la cruz monumental que sobresale al lado del Santuario Diocesano de nuestra Señora del Socavón.
Los cuatro evangelistas describen la institución de la Eucaristía la noche del Jueves Santo, y todas las narraciones comienzan con la traición de Judas como un hecho de primer orden. Como en la primera caída, Judas Iscariote se convierte en instrumento del “padre de la mentira”. Santo Tomás de Aquino “el Doctor Eucarístico” señala que en ese momento Judas había entregado su alma definitivamente al Demonio.
“Tanto el principio de la caída de Judas, y el fin de Judas, giran en torno a la Eucaristía. La primera vez que se menciona que Nuestro Señor sabía quién era el que lo iba a traicionar, es al final del capítulo seis de san Juan, que es la anunciación de la Eucaristía. La caída de Judas llegó la noche que Nuestro Señor instituyó la Eucaristía, la noche de la Última Cena.
La Eucaristía es tan esencial para nuestra unión con Cristo, que ni bien Nuestro Señor la anunció en el Evangelio, comenzó a ser la prueba de fidelidad de sus seguidores. Primero, perdió las masas, porque era muy duro en sus palabras, y ya no lo siguieron. En segundo lugar, perdió algunos de sus discípulos: ´Ellos ya no caminaron más con Él´. Tercero, dividió su grupo de apóstoles, ya que aquí, Judas es anunciado como el traidor” (Fulton J. Sheen).
A lo largo de los años se han dado horribles casos de desafección al Sacramento del Altar. En el siglo XIII, se había extendido un movimiento que atacaba la Presencia verdadera de Cristo en alma y cuerpo, como hombre y como Dios.El año 1225 en Rímini, tiempo en el que se difundía la herejía albigense, durante en sermón predicado por San Antonio de Padua, un seguidor de ésta llamado Boniville rechazó la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía, y con el propósito de demostrar la validez de su falsa doctrina insistió en que San Antonio lo desmintiera de una manera convincente.
El hereje llevó a la plaza una mula a la cual había dejado sin comer por tres días, y llevó también un saco de cebada. El hereje con la cebada y San Antonio con la hostia consagrada se acercaron a la mula, pero la bestia, sin hacer caso alguno de la cebada, inclinando la cabeza, adoró la Sagrada Eucaristía. Boniville y gran número de sus seguidores retornaron en esta ocasión a la Verdadera Fe. Para conmemorar el milagro se construyó una capilla en la plaza de Rímini.
Llegar a comprender cómo Él está presente, y verdaderamente presente, en cualquier lugar y ocasión en que se celebre el Santo Sacrificio de la Misa es un misterio. Creer que Él está presente, y verdaderamente presente, requiere fe.
“Pero la Eucaristía es, además de todo esto, el sacramento que nos une a Cristo en cuanto es cabeza del Cuerpo Místico. Ella injerta al cristiano en esta plenitud de orden sobrenatural que hace que Cristo y nosotros formemos un todo único e incomparable” (Jesucristo ideal del sacerdote, Columba Marmion). «De lo que dice el Apóstol: “Porque es uno el pan, constituimos un solo cuerpo cuantos del pan y del cáliz participamos” [1 Cor 10, 17], se deduce con evidencia que la Eucaristía es el sacramento de la unidad eclesiástica”.» (S. Th., III, 73, 2, sc.).
«Comunión» quiere decir «unión con» Jesús. «A la comunión con Dios le sigue necesariamente la comunión de los hermanos entre si» (EE, nº 24), así lo manifiesta San Cipriano: «La Iglesia universal se presenta como un pueblo congregado en la unidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y está en el enraizamiento de los bautizados en la obra trinitaria de unificación de la Iglesia: pueblo de Dios, cuerpo de Cristo y templo del Espíritu Santo. Está antes que todo la adhesión a la única fe en la proclamación de la palabra de Dios que representa la raíz de la comunión eclesial» (Dei Verbum).
La Eucaristía ha sido convertida por muchos en un show, en una comunión en el Cristo-Espíritu-Social, o en una “expresión del impulso religioso” (P. Lisboa, Instituto Misionero Indígena), impulso que puede ser reemplazado por ceremonias y ritos paganos, y tal vez por el culto satánico, ya que el odio y la envidia –todo lo opuesto al amor cristiano- es lo satánico, pues Satanás es la personificación del odio y de la envidia, es el odio mismo, es la envidia misma (cf. P. Miguel Poradowski, El marxismo en la teología), como diabólicos son la mentira y la soberbia, la división y los intereses de grupo.
Los congresos eucarísticos son una urgencia también hoy para la renovación de la vida parroquial.
(*) Director Nacional Pioneros de Abstinencia Total
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