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Warning: session_start(): Cannot start session when headers already sent in /home/lapatri2/public_html/impresa/index.php on line 8 Me niego a aprender un idioma o dialecto ajeno a mi cultura universal - Periódico La Patria (Oruro - Bolivia)
Me niego a aprender un idioma o dialecto ajeno a mi cultura universal
13 jun 2014
Por: Adhemar Ávalos Ortiz
El Tribunal Supremo Electoral, en una más de sus acostumbradas aberraciones, no nos olvidemos de su fallido mapa electoral y de sus torpes rectificaciones, pretende orondamente, interpretando la letra muerta de un Constitución muerta de inicio, aunque fuerte todavía en la peor idea de la Parca y del Demonio hechos país, obligar a los candidatos a Presidente, Vicepresidente, Senadores y Diputados a solventar el conocimiento, falso por excelencia, de un idioma supuestamente originario, al final los certificados se pueden comprar.
Pero, para las personas nacidas en esta Patria tan complicada, pero tan querida, está el dilema. Yo, personalmente, nacido entre montañas, me niego rotundamente a aprender un idioma o dialecto ajeno a mi cultura universal. Hablo español porque mis padres, una mujer de Mapiri y un hombre tarijeño, lo expresaban en todas sus connotaciones. No tengo abuelos ni aymaras ni quechuas y mucho menos guaraníes, y que no se confunda, no es una discriminación que pueda interpretarse con fines incorrectos. Simplemente cada uno adopta la conciencia de sus padres y los conceptos de su propio desarrollo. En realidad, es molesto hablar de este tema, no obstante es suficiente de callar por miedo a la represión totalitaria y no lo hago en términos ofensivos, sino correctos desde el punto de vista de la lengua y de la cultura.
¿Y por qué digo esto? Aparte del idioma que me enseñó mi madre y que recreó mi padre con luces que todavía me alumbran, no considero que las palabras sean definitivas para definir centralmente a una persona y es necesario hablar algo de mi niñez sin negar la validez de la cultura aymara, que puede ser valiosa o no, depende de cómo se la encare. Si es desde una óptica determinista está perdida en la vorágine de la sublimación social. Para que los lectores me conozcan, sin ánimo de trascender demasiado, nací en La Paz, donde aprendí algunos términos aymaras, pero más no porque mis miradas estaban fijas en mis lecturas de Balzac, Moliere, Conan Doyle, Agatha Christie, Dostoievski, Alejandro Dumas, Tolstoi, Dickens y tantos madres y padres de la literatura universal, además de Almanaque Mundial y Selecciones en su versión no politizada. Me inspiraron y recrearon mi conciencia, después fueron Marx, Engels y Lenin. Domino el idioma ruso porque estudié un año en Rusia y cinco en Ucrania. Fue por necesidad, pero también porque me dieron todas las facilidades. También entiendo inglés y algo de alemán, japonés, portugués e italiano, son circunstancias de la vida, nadie me obligó para ello, menos para trabajar donde era suficiente entender con el cerebro y mover los brazos, además de ser ciudadano de la Humanidad.
En repetidos artículos me pronuncié contra una Constitución espuria y con forma de mamotreto, no me desdigo. Tengo todo el derecho del mundo a expresar mis ideas. Si el actual gobierno desea que se conozca algo de idiomas supuestamente originarios, entonces que promueva políticas para su aprendizaje en las escuelas, a pesar de que el inglés es más importante por su difusión, pero que no lo ponga como condición para trabajar, un derecho fundamentalísimo en la lógica del MAS. Si yo me voy a un país extranjero, estoy obligado a aprender su idioma, sea en Italia, Francia o Vietnam, pero no en mi propia Patria donde el idioma oficial desde que yo tenga memoria ha sido el español. Ahora, a mis casi 53 años no voy a aprender aymara, no porque no quiera por capricho, sino por voluntad política. No me deben obligar a lo que no quiero y yo creo en el derecho natural, norma de todas las naciones libres: un ser humano solamente está obligado a hacer lo que es fundamental para su vida. Y el aymara no es mi prioridad por más que les indigne a los que proclaman la asimilación forzosa, como pretende cierta intelectual que no debo mencionar. Nací en Bolivia y ese derecho nadie me lo podrá quitar, aunque muerto. Y no es porque sea fatalista, ya lo manifesté en los temas del Litoral. Si no tenemos las agallas para defender nuestros derechos fundamentales, entonces es mejor que nos vayamos a la selva a convivir con las víboras y las tarántulas, sin aguantar las arbitrariedades que no durarán más de cinco años.
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