Como entramos ya en el ritmo electoral con un calendario aprobado por el Tribunal Supremo Electoral (TSE), que tendrá su día de éxtasis el 12 de octubre venidero, la ciudadanía toma conciencia del hecho y en el caso de los nuevos electores los jóvenes, hombres y mujeres están formando largas filas para registrarse en el sistema biométrico y poder ser parte de la elección de las autoridades superiores del denominado “poder central”.
En otra de las alternativas que nos otorga el proceso electoral, los ciudadanos están igualmente pendientes de lo que resultará en cuestión de los próximos días en materia de alianzas, conformación de frentes y presentación de los candidatos, sabiendo de antemano la vigencia del binomio oficial y una suerte de intentos en la oposición para confrontar programas e ideas con los primeros.
Nada está dicho de momento, otra vez se habla de una cantidad desmesurada de partidos, más de una decena, de estos varios podrán materializar alianzas y otros se lanzarán a la piscina electoral con candidatos que saben nadar, pero otros que tendrán que recurrir a los salvavidas para mínimamente flotar en las aguas densas de la política nacional.
La vigencia partidaria si bien es derecho ciudadano, no siempre responde a los caros objetivos de servir a la colectividad, más bien al interés de servirse del voto ciudadano para encumbrarse en las listas parlamentarias y por ahí lograr un curul que significa asegurar un ingreso mensual saneado y de considerable valor económico, que tranquilizará a los postulantes pero no a los electores que lamentablemente seguirán siendo sólo el pretexto de servicio y no el motivo del sacrificio que demanda trabajar y cumplir promesas con el pueblo.
En nuestro modelo legislativo en el que se introducen variantes, casi siempre elaboradas por mayorías coyunturales para medrar de los recursos nacionales, hay que elegir ahora entre los uninominales y los plurinominales, que hablando en voz baja, resultan una sola cosa, con mínimas variantes, si resultan encasillados en el control superior del partido gobernante, sea cual fuese.
De ahí que a título de participación democrática la ciudadanía está obligada en el caso boliviano a emitir su voto, circunstancia “automática” que al elegir la cabeza de una lista define al resto de los seguidores, con una mínima opción el diferenciar unis o pluris.
De acuerdo al proceso en marcha es necesario concienciar a la colectividad sobre la importancia de elegir gobernantes, entendiendo incluso que los parlamentarios son parte del principal poder del Estado, tomando en cuenta que son elegidos por el voto ciudadano para defender los derechos de la colectividad, de la población, del pueblo frente a posibles abusos o desaciertos del gobierno de turno, o de los otros poderes del mismo Estado que afectan los derechos colectivos, eso es lo que deben entender los electores y los futuros parlamentarios.
Es más, los ciudadanos votan y eligen a sus representantes suponiendo que estos serán su voz en el Congreso o mejor en la Asamblea Plurinacional y que interpretarán sus expectativas, plantearán sus necesidades y buscarán la debida atención a sus necesidades a través de la elaboración de leyes o medidas específicas que hagan posible solucionar las deficiencias reinantes y eliminar las diferencias vigentes para encontrar justicia y armonía.
La nueva elección debe generar un análisis profundo por parte del electorado, el adulto y el joven, para establecer las condiciones más reales a tiempo de elegir a verdaderos representantes y no a sumisos levantamanos.
Fuente: LA PATRIA
Para tus amigos:
¡Oferta!
Solicita tu membresía Premium y disfruta estos beneficios adicionales:
- Edición diaria disponible desde las 5:00 am.
- Periódico del día en PDF descargable.
- Fotografías en alta resolución.
- Acceso a ediciones pasadas digitales desde 2010.