Hananpacha

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En esta obra, Iván Prado Sejas nos cautiva con su imaginación extraordinaria, mediante la cual llegamos a espacios alejados del planeta, a cúmulos de estrellas inalcanzables. Nos familiariza con seres albinos, humanoides, clonados, alienígenas, en su gran mayoría conocedores de astrofísica y cosmología física, de la mecánica cuántica, la cibernética de avanzada, y mucho más. Estos seres, que se comunican generalmente por telepatía y aparatos para lograr tal objetivo, se pueden desmaterializar y tele transportar hacia estratos dimensionales etéreos, a planos estrictamente mentales o espirituales. Manejan la energía con destreza, tienen la capacidad de infundir, modificar o destruir ciertos comportamientos de los habitantes del planeta Gea, antes llamado Tierra.

La trama se desarrolla mediante un hilo conductor que son los personajes principales: Katari Mallku (Atojj), perteneciente a los bextianos (Xix), y Kuntur Mallku, seguidor de los sirios (Intis), con Mitrex y Phuyu, sus respectivas esposas. Atojj, como supremo gobernador de Gea, donde impera un sistema socioeconómico cruel, “tiene la misión de generar las condiciones para que Gea sea un pivot de Spacius, con el fin de que fuerzas oscuras tomen el Sistema Solar y el Cúmulo de Sirio” (pg.14). Kuntur desea liberar el planeta, facilitarle el ascenso a dimensiones superiores, en las que sus habitantes gocen de paz y armonía, de igualdad y libertad. Gea debe ser liberada para “ingresar al concierto de planetas avanzados”, dar un salto cuántico hacia una dimensión más elevada.

Sin embargo, los “intis”, dirigidos por el General Kuntur, tendrán que liberar a los habitantes de Gea por su cuenta. Aunque los seres energéticos de Sirio sean “uno con la causa”, no pueden intervenir: “Se preguntarán, seguramente, por qué no los liberamos de forma inmediata con el tremendo poder que tenemos en cúmulo. Y por qué tienen que padecer por el sometimiento a los Xix, por detrás a los bextianos. Existen ciertos principios universales que mantienen en equilibrio las galaxias, las estrellas y los planetas en el multiverso, y bajo esas condiciones surgen ciertas leyes que no podemos romper ni nosotros ni los bextianos. Si las rompemos, sufrimos las consecuencias.” (pg.129).

Con motivo de la visita de Kuntur, su esposa y otros acompañantes, que atravesaron el portal hacia los sirianos para conocer otros sistemas de gobierno, el Gran Jefe del Cúmulo les dijo que la ignorancia y la falta de conocimiento de planos sutiles es lo que frena al ser humano en su desarrollo espiritual. “En el corazón del ser humano, existe una semilla presta a ser plantada y regada, de tal forma que la inclinación hacia aspectos filosóficos y espirituales empieza a surgir” (pg. 86). Entonces, Kuntur, el de la “mirada auténtica”, poseedor de la sabiduría milenaria de los quechuas, comprendió que el corazón del hombre y el agujero negro masivo existente en el centro de la galaxia, centro de vida, orden y equilibrio, son Uno solo. “Como es arriba es abajo, como es abajo, es arriba”, todo corresponde entre sí, de modo que un microuniverso, sin ser copia fiel de un macrouniverso, conserva elementos relacionados. Mientras el hombre no cambie desde su propio corazón, no habrá liberación, ni de sí mismo, ni de los pueblos.

El núcleo de esta sorprendente novela de ciencia ficción nos orienta hacia mundos evolucionados que han superado la ignorancia, causante de todos los males. Aquellos mundos avanzados muestran el camino a seguir, por la misma fuerza evolutiva que rige al multiverso del que formamos parte indivisible. En Hananpacha, están los mundos superiores, la energía pura, impulsora y sustentadora de aquellos seres “tangibles” para el que puede “ver y sentir”. Hananpacha es el mundo de arriba, el cielo. Solo que en este cielo no hay ángeles, sino seres quienes, a partir de la materia densa, han evolucionado espiritualmente. De hecho, el mensaje que lleva en sí esta novela es un mensaje filosófico y espiritual.

Teresa Constanza Rodríguez Roca

Santa Cruz. Narradora de cuento corto.