Luz y tinieblas

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En todas las religiones del mundo encontramos alegorías sobre la luz y las tinieblas, como símbolos opuestos representando al bien y al mal, a lo divino y lo demoníaco, como principios antagónicos que están eternamente en lucha.

Cuando hablamos de luz experimentamos una sensación positiva de la manifestación de Dios, pero cuando hablamos de tinieblas, sentimos que las mismas están relacionadas con manifestaciones negativas que no tienen relación con Dios, sino más bien con algo opuesto al cual le damos el nombre de Satán, el Diablo o Belcebú. Este es uno de los dogmas religiosos que más daño ha causado a la humanidad, por que induce a pensar que Dios y el Diablo son manifestaciones opuestas en la creación y quedamos enfrascados en la bipolaridad del bien y el mal, estancándonos en las cárceles de la mente.

Tal como existen criaturas y potencias de la luz, existen también criaturas y potencias de las tinieblas, pero ambos grupos de seres son todos hijos de Dios por igual, los primeros son hijos amantes buscadores de la sabiduría y del amor que se manifiesta como luz divina y los segundos son hijos rebeldes, caídos, polarizados con las tinieblas. Cada uno elige qué camino va a tomar, el camino de la luz, de la sabiduría, del amor consciente que nos lleva a experimentar estados de verdadera armonía, paz, felicidad y plenitud espiritual o el camino de las tinieblas, que es el del odio, el de la inconsciencia, el de la violencia, que nos llevan a experimentar, ansiedad, insatisfacción, frustración, dolor y muerte. De nosotros depende con cuál de las dos opciones nos identificamos de instante en instante, de momento en momento, ese es el don del libre albedrío que Dios nos regala, como seres, que debemos asumir la responsabilidad de nuestros propios actos, de nuestras propias vidas. Él no nos impone nada, no nos dice cuál camino debemos seguir, deja a nuestra decisión personal la elección de cuál rumbo tomaremos. Hay momentos que tomamos el camino de la luz, existen momentos que tomamos el camino de las tinieblas, todo depende con cuál aspecto nos polarizamos dentro de nosotros mismos.

Durante muchas existencias nos hemos identificado preponderantemente con las tinieblas de la ignorancia, desarrollando valores falsos que nos han llevado al estado de infelicidad, temor y desencanto en el cual nos encontramos la mayoría de los seres humanos.

“Haz lo que quieras, ésta es la única ley, pero piensa que de todos tus hechos tienes que dar cuenta. Fíjate en esto, que lo que emana de ésta ley, arranca de estas cinco fuentes: Luz, amor, vida, libertad y triunfo”, “Amor es ley, pero amor consciente”. Estas frases pertenecen a un hermoso ritual de la sabiduría universal que nos inspira a tomar el camino de la luz, el de la belleza, el del amor, el del respeto a la vida, comprendiendo que la luz llena siempre los espacios ocupados por las tinieblas cuando se la deja entrar.

Debemos comprender que la luz siempre vence a las tinieblas, pero la clave es abrirle la puerta y dejar que penetre, abrir el corazón para que, desde el interior, la chispa divina que mora en nosotros se conecte con esa fuente eterna que irradia e inunda nuestras vidas con la fuerza del amor divino, que es manantial eterno de dulce ambrosía, fuente inagotable de armonía y felicidad, vida eterna en abundancia. Seamos buscadores de la luz, hacedores de luz y transmisores de luz, dejando que la luz que habita en nosotros se expanda, nos colme y se irradie como una donación amorosa y amable a todo lo que nos rodea, cumpliendo así con el plan divino.